15 nov 2011 Contradicció de l’indignat
Tenía que abstenerse, era lo que había decidido. Mi amigo indignado, sin embargo, ya no sabe qué hacer. Vive días de gran confusión. Por ejemplo, el indignado está contento porque Berlusconi se larga (yo también lo estoy, quiero precisar, y no formo parte del 15-M) pero eso le provoca una gran contradicción porque Il Cavaliere ha sido derrotado por los mercados (bestia negra de los indignados que no quieren saber que los mercados están formados por gente) y no por las urnas ni los jueces, que sería la bonita historia que esperábamos los que sentimos aversión por todos los populismos, de derechas y de izquierdas. Mi amigo indignado, que piensa que casi todos los políticos son una porquería, no sabe si debe recibir a los tecnócratas como salvadores o como hijos bastardos de una democracia cansada. Mientras, Rajoy, como si fuera Cayo Lara, exalta la soberanía popular contra la tecnocracia. Viva el derecho a decidir, siempre que no se toque la sagrada unidad de la patria.
¿Quién había de decirnos, niños que fuimos del tardofranquismo, que gracias al euro y la crisis viviríamos una etapa de reanimación de la tecnocracia redentorista? Hoy, o te salvan los indignados o el Mario Monti de turno. No soporto que quieran salvarme, por eso desconfío de las asambleas revolucionarias y de los gobiernos de sabios. Se lo explico a mi amigo, que ha visto cómo su mundo de certezas se está deshaciendo. Por eso, para frenar el tsunami PP, el indignado votará Coscubiela, que es un profesional del sindicalismo oficial, un hombre del sistema, sea dicho sin ánimo de ofender.