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Francesc-Marc Álvaro | La venjança del Partit Popular de Catalunya
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13 feb 2012 La venjança del Partit Popular de Catalunya

El grupo del Partido Popular de Catalunya (PPC) en el Parlament –18 diputados que representan la tercera formación de la Cámara, en torno a 384.000 votos y poco más del 12% conseguido en los comicios del 2010– dedica cada semana mucho tiempo a pensar y preparar meticulosamente qué votaciones hará fracasar al grupo de la mayoría, los 62 diputados de CiU, que siempre echa en falta seis escaños para poder aprobar lo que sea. Los populares permiten que el Govern que preside Mas vaya tirando pero calculan la manera cómo representan, amplifican y lucen su influencia en la política catalana. Son como niños con zapatos nuevos, nunca como ahora habían podido mostrar tanto músculo, ni siquiera el año 2000, cuando Aznar tenía mayoría absoluta y Pujol necesitaba oxígeno y tranquilidad para construir el pedestal de su sucesor. Una necesidad que CiU pagó a un precio carísimo.

¿Exceso de tacticismo o simple política posmoderna (tipo Chacón) basada en el impacto a corto plazo? Un poco de todo y también una venganza. Los populares catalanes se quieren desquitar de lo que consideran humillaciones históricas, desde la defenestración de Vidal-Quadras a raíz del pacto del Majestic de 1996 a la promesa de Mas, hecha ante el notario el año 2006, de que no habría más acuerdos con el partido de la derecha española. La colección de fotos que cada semana se hace Alícia Sánchez-Camacho con los consellers tiene tan poco sentido de la contención y es tan gesticulante que da risa, porque roza la parodia y pone en evidencia el drama profundo de una organización que siempre ha sido condenada a la irrelevancia, sobre todo, por el sucursalismo inherente a los postulados de la calle Génova.

La novedad es que, ahora, Rajoy permite que la compulsiva líder del PPC destaque a placer, aunque los resultados alcanzados por la franquicia en las últimas generales, muy por debajo del éxito general de la marca, no fueron tan buenos como se esperaban. El ejercicio tiene gracia porque incluye, incluso, el intento de presentar a esta mujer como el puente natural entre el Gobierno central y Catalunya, mediante la técnica de la photo opportunity con los ministros. ¿Se quiere competir con CiU en una de sus mejores especialidades en Madrid? Para hacerlo seriamente, el PPC debería tener una implantación que, de momento, no tiene. Y los pocos intelectuales orgánicos indígenas de la derecha sucursalista deberían intentar comprender la realidad del país antes de dedicarse a despreciar el nacionalismo infantilmente.

Es un hecho que Mas cuenta con los votos del PP para salvar la gobernabilidad mínima, empezando por los presupuestos. Y es un hecho que Rajoy no necesita los votos de CiU pero valora su apoyo, sobre todo en economía. El president Mas habla de colaboración a plazos, ha aprendido la lección. Pero CiU debe vigilar que no se le pase el arroz.

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