20 ago 2012 Pesadesa de ser català
Sin bromas: es mil veces más jodido haber nacido en Haití, que quede claro, no vaya a ofenderse alguien. Pero ser catalán es pesado y no sólo porque un ministro del Reino dice que hay que elegir entre tener televisión pública o bomberos. No, la pesadez también nos viene de dentro. Con el tío Baixamar, ayer, preparando unos pulpitos con chanfaina, comprobamos que, a medida que se acerca el 11 de septiembre, más pesados nos volvemos:
–Chico, este año, tengo ganas de ir a la manifestación de Barcelona.
Ay. Miro a mi amigo con una sonrisa burlona. Si hay alguien que detesta los gentíos es él, un solitario que considera que más de tres personas ya es una multitud mareante. Además, Baixamar no ha sido nunca hombre de militancias encarnizadas, lo mira todo con distancia. No entiendo qué le ocurre. Él insiste, enfadado.
–¿Qué, no me tomas en serio, verdad? Iré a la manifestación del 11, porque ya estoy harto. Tienen que ver que se acabó la época de soportarlo todo como si no tuviéramos ningún tipo de respeto por nosotros mismos. Hay que ser muchos, esta vez. Iré, y espero que tú también vayas.
–Sí, hombre, iremos. ¿Pero, qué pedirás el día 11 cuando salgas a la calle? ¿Estás al corriente de la polémica?
–No, la verdad. ¿Qué ocurre?
–Que unos dicen que hay que manifestarse por el nuevo pacto fiscal y otros sostienen que todo lo que no sea gritar “independencia” es perder absurdamente el tiempo.
–¡Ah! ¿Y tú qué dices?
–Yo digo lo que Salvador Cardús, amigo inteligente y patriota lúcido: que cada uno se manifieste con las palabras que quiera y que, sumando con ganas, vayamos haciendo camino todos juntos. Y también digo lo que Muriel Casals, presidenta de Òmnium: que se pueden reclamar ambas cosas; mientras no tienes soberanía plena debes procurar no morir asfixiado.
–Tenemos un país complicado del demonio. Siempre que hacemos grandes manifestaciones dedicamos muchas energías a discutir los lemas y los detalles. ¿Si un día llegáramos a ser independientes, seguiríamos así?
–Es una gran pregunta. Como tribu somos dignos de estudio especial. Para acabar de hacer tiempo, alguien también ha sugerido un debate sobre premios y escritores catalanes que escriben en castellano…
–¡Qué pereza! Cojones, eso es fácil: que hagan como el premio Cervantes, que ya lo han dado a varios autores en catalán y no ha pasado nada.
–¡Estás de broma, cabronazo!
–Una broma, ahora lo has dicho. Una broma tras otra y así hasta que tomemos la carretera de Vilafranca, para saludar al tipo de la trompeta que nos espera.
–Tío, ya lo sabes: independencia o pacto fiscal. Tú mismo.
–Si vuelvo a nacer, en Gibraltar.