16 nov 2012 Del PP a l’Anglada
Los populares ahora sólo hablan de la independencia de Catalunya y se están olvidando de su gran problema: los vecinos marroquíes, ecuatorianos y senegaleses que, según afirma cabreado, «hacen lo que quieren». Este es su análisis, que repite a quien lo quiere escuchar y a quien no también.
A sus 55, viviendo en uno de los barrios con más población de origen extranjero, sólo quiere «a alguien que demuestre tener un poco de mano dura, porque nos están tomando el pelo». Después de unos años votando siempre socialista, se pasó al PP en 1996, porque «ya se veía que Felipe y su camarilla se habían olvidado de los trabajadores, de los que tenemos que picar piedra y nadie nunca nos regala nada».
Del PP, en estos momentos, sólo le parece coherente el alcalde de Badalona, que habla claro y parece que va por libre. Con todo, también empieza a dudar de García Albiol, porque ha leído, en un folleto del partido Plataforma per Catalunya (PxC), que «ha sido incapaz de frenar el número de delitos y faltas penales, que ha subido desde su toma de posesión.» Resopla. «Todo está podrido», concluye desanimado.
Se ha leído con tanta atención la propaganda de PxC que se encontró en el buzón de casa que ha decidido votar a esta opción. ¿Qué pasa? Ve que el tal Josep Anglada habla de lo que el resto de políticos no hablan nunca, es como si le hubiera leído el pensamiento. La casta política -recita el discurso del cabeza de lista que le ha seducido- son un privilegiados que sólo quieren perpetuarse en el poder. Por eso no le cae nada bien Sánchez-Camacho. ¿Qué sabe ella de lo que es vivir en una barriada tan jodida y tener los dos hijos en el paro?
No se considera racista, por supuesto. Uno de sus compañeros de trabajo es peruano y nunca ha tenido problemas con él. Tampoco piensa que PxC sea de ultraderecha. Está convencido de que los medios, como los políticos, tapan sistemáticamente los problemas que afectan más a la gente, no quieren que se haga un debate sobre la inmigración «donde pueda salir todo lo que pasa aquí cada día».
Los partidos se reparten lo que pueden y no escuchan a las personas. Los de arriba hacen ver que no existimos. Un día ocurrirá algo gordo y lloraremos, porque hay gente -sobre todo de fuera- que no respeta nuestras normas y, además, se aprovecha de nuestros servicios. Estas son las tesis de este elector, que busca la ciudad de cuando él era niño, dónde todo el mundo se conocía, era blanco y hablaba (sólo) en catalán o castellano. Añora un mundo que no volverá.
El otro día, unos chicos de una entidad del barrio le llamaron «facha». Se enfadó mucho y les insultó. Después le supo mal. ¿Facha él? No debería haber discutido, pero está nervioso. En el trabajo, cada día cobra menos y se ve pronto en la calle. Todo es precario.
Tiene miedo. Mucho miedo. Cree que votando a PxC el día 25 tendrá un poco menos.