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Francesc-Marc Álvaro | Socialistes pel Sí
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10 jun 2013 Socialistes pel Sí

Hace unas semanas, hablé con un antiguo dirigente del PSC que había tenido responsabilidades institucionales de primer nivel y que hoy se dedica a sus cosas sin haber perdido el interés por la marcha general del país. Este hombre -que fue una de las víctimas del habitual canibalismo intrapartidista- es lo bastante inteligente para analizar el contexto presente sin proyectar en exceso su desengaño personal. Desde esta moderación, me explicó que se sentía a años luz del actual PSC, pero que no rompía el carnet por motivos sentimentales y porque esperaba el momento del referéndum sobre la soberanía. «Entonces organizaremos una plataforma que se llamará algo como Socialistes pel Sí, y diremos adiós a muchas cosas».

No sé decir si estos Socialistes pel Sí serán 1.000 o 10.000, pero puedo afirmar que son también la Catalunya real, tan real como la alcaldesa de l’Hospitalet de Llobregat, Núria Marín, que hace campaña por el no a la independencia. Que el PSC no tenga una posición única al respecto puede ser leído en términos catastróficos por los que piensan que la vida es estática. Si el espacio electoral central que integran CiU y PSC pierde consistencia, debe ser porque hay varios factores que lo provocan. No deja de sorprenderme que, en vez de analizar, haya gente importante que despache la cuestión a la defensiva, repitiendo tópicos.

Tenemos a los Socialistes pel Sí. Tenemos a Núria Marín por el no. Tenemos a Ernest Maragall vendiendo su partido. Tenemos a Joaquim Nadal diciendo que votaría sí… Y tenemos a Alfonso Guerra sacando el polvo a un viejo proyecto, siempre en el congelador: «El PSOE tendrá que plantearse, probablemente, hacer una oferta propia en Catalunya si el PSC sigue insistiendo en que es otro partido». El socialista catalán que con más ganas se había ofrecido a Ferraz para liderar esta empresa está hoy ocupado visitando los juzgados, pero no sería imposible encontrar una cara para poner al frente de eso. Han pasado muchos años desde 1978, pero Guerra y muchos otros no han hecho ningún esfuerzo por comprender.

Mientras, y como ayer se explicaba aquí, el PSOE quiere cerrar definitivamente el modelo territorial y lo hará en sentido recentralizador, no vaya a ser que el PP tenga el monopolio de la bandera. Son aires de aquella Loapa escrita bajo el impacto del golpismo abortado el 23 de febrero de 1981. Un mecanismo para lograr el sueño de Rubalcaba sería suprimir el artículo 150.2 de la Constitución, que contempla la delegación o transferencia de competencias de la administración central a las autonomías, el atajo de repesca de poder más usado por las comunidades. Pujol convirtió este método en el peix al cove. Pero el PSOE llega tarde: todo eso se convirtió en pura arqueología cuando el TC se cargó el Estatut votado por los catalanes.

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