22 jul 2013 Hi ha suecs a Madrid?
En el libro Per la concòrdia (1927), Cambó hace una observación muy interesante para el lector de hoy: «Espero que no exista ningún separatista lo bastante candoroso para creer en la posibilidad de obtener la separación de Catalunya por persuasión, algo así como lo que ocurrió con la separación de Noruega y Suecia. De la península Escandinava a la península Ibérica van algunos paralelos, y la diferencia de latitudes cambia los temperamentos colectivos como los individuales. Nunca España adoptaría la actitud de Suecia: toda una historia da garantía de ello». La conclusión del líder de la Lliga sigue siendo válida. Cambó, unas líneas más abajo, sostiene una idea que también se ha de tener en cuenta este 2013: «Ante el alzamiento catalán, cesarían las discordias de partido y de clase, quedarían, en un momento, resueltos o pospuestos todos los otros problemas, y España se alzaría contra Catalunya con el mismo entusiasmo y la misma decisión con que Francia se alzó contra Alemania en 1914». Reténganlo.
Todo el proceso del derecho a decidir se basa en olvidar expresamente la primera constatación de Cambó: los españoles no son ni serán nunca suecos. Para ser más exactos, la operación de pedir una consulta a Madrid hasta que se agoten todas las fórmulas legales se basa en simular que, en la Moncloa, nos espera el sueco de turno con quien pactar una ruptura tranquila. Haciendo un chiste fácil, se puede asegurar que Rajoy sabe hacerse el sueco pero no lo es, como quedó claro cuando dio a Mas un no rotundo a un nuevo pacto fiscal. Algunos catalanes nos vemos como noruegos de 1905, pero los españoles no tienen necesidad de verse como suecos.
A raíz del caso Bárcenas, ha aparecido otra vez la amenaza de un retorno de la derecha de la derecha, aznarismo 2.0. Según este esquema, el moderado y pragmático Rajoy sufre ahora el asedio de las fuerzas doctrinarias y oscuras que quieren una reacción contra el estado actual de cosas. En Catalunya, la opinión se divide. ¿Qué conviene más a los objetivos del catalanismo/soberanismo? ¿Un castellano que quiere el desempate final o un gallego partidario del ir tirando? La dicotomía es falsa, tiene un defecto de origen: el proyecto de la derecha (y de cierta izquierda) es uno, sólo varía la táctica. No hay suecos en ningún bando. El Aznar del pacto del Majestic se disfrazó de medio sueco.
En relación con la época de Cambó, la gran diferencia es la magnitud y uso que el Estado puede hacer de la violencia. Por eso se dedica tanta plata a la inteligencia. Dicho esto, ciertos discursos pueden ser más peligrosos que los cañones de Espartero. Por cierto, Cambó también avisaba de que «la separación debería ser ganada heroicamente». Hoy, el heroísmo consiste en sufrir por si llegan los euros para pagar a médicos, maestros y mossos. Pero eso tiene que ver más con la dependencia que con lo contrario.