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Francesc-Marc Álvaro | La premissa escuma
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29 jul 2013 La premissa escuma

El president Mas ya ha enviado la carta oficial al presidente del Gobierno español para pedir un acuerdo que permita realizar una consulta sobre el futuro de Catalunya. Se trata, como recuerda el presidente catalán a Rajoy, de «dar respuesta a la legítima, pacífica, democrática y mayoritaria aspiración de la sociedad catalana». De momento, Madrid guarda silencio. Parece que el guión se mantiene inalterable. La Moncloa no acepta diálogo alguno sobre una demanda que considera inconstitucional, ilegal e ilegítima y, mientras, espera que la fiscalía y el TC vayan haciendo la labor de bloqueo que corresponda a cada momento del proceso. El Estado confía en su inercia, su fuerza y, sobre todo, su capacidad de crear desesperanza.

Los movimientos del Govern Mas se basan en ir cargándose de legitimidad democrática a medida que los poderes españoles van cerrando todas las puertas para poder preguntar a los ciudadanos de Catalunya mediante las urnas. Eso no impresiona mucho al Ejecutivo popular porque la premisa que fundamenta su estrategia es considerar el soberanismo un fenómeno espumoso y pasajero que, tarde o temprano, volverá a unas dimensiones irrelevantes o, cuando menos, controlables. La premisa espuma nace de tres fuentes: las opiniones de analistas que desconocen la naturaleza del movimiento que quieren combatir; el consumo de la propia propaganda como material de estudio del conflicto; y los comentarios de catalanes extraños al movimiento que, movidos por el prejuicio antes que por la observación, aportan información poco fiable sobre lo que pasa en Catalunya.

Durante meses, el consejo habitual del catalán contrario al soberanismo consultado por Madrid ha sido el siguiente: «Dejen que Mas se cueza en su propia salsa y, después, todo irá bajando». Es un planteamiento que cuadra con Rajoy. Pero este esquema tiene un gran punto débil: ¿y si la premisa espuma fuera errónea? ¿Y si el desafío ingenuo y romántico de unas clases medias cabreadas fuera algo más que un sarampión? ¿Y si, como ha notado algún periodista extranjero, hay sectores que ya han desconectado de España con total normalidad?

Pasado mañana, Montoro comunicará a las autonomías sus respectivos objetivos de déficit. Los presupuestos de la Generalitat para este año, todavía pendientes, dependen de este anuncio. ¿La carta de Mas a Rajoy suavizará o endurecerá la asfixia estructural con que malvive la administración catalana? Pensar que no hay un vínculo entre una cosa y la otra nos transformaría en ángeles o en Maurici Lucena.

La salsa donde supuestamente se tiene que cocer Mas es cada vez más densa y tiene más ingredientes. A partir de septiembre, algunos se darán cuenta de que nunca deberían haber considerado que la gente paciente, tranquila y pacífica que aguanta y se cree un país es tonta. Felices vacaciones.

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