16 sep 2013 Guanyar temps
De todas las interpretaciones que se pueden hacer de la carta del presidente Rajoy en respuesta a la misiva del president Mas, hay una que me parece indiscutible: el Gobierno quiere ganar tiempo. ¿Qué significa que el diálogo no tiene fecha de caducidad? Si la política es la gestión del tiempo, es obvio que cualquier exploración, negociación o diálogo se produce siempre dentro de un calendario predeterminado de manera más o menos precisa. Eso es fácil de entender si pensamos en el caso que tenemos más cerca, la transición. Las cosas avanzaron porque había conciencia de que no se podían dejar pudrir los asuntos más complicados, por ejemplo la legalización del PCE antes de las primeras elecciones.
Si repasamos la carta de Rajoy, aunque el tono no es tajante, se puede pensar que, en todo caso, él no quiere hablar de ninguna consulta en la cual el pueblo catalán pueda pronunciarse sobre la independencia, que es el compromiso que adquirió Mas en campaña y que reiteró al firmar el acuerdo con ERC. Entonces, ¿de qué querría dialogar Rajoy, sin calendario, con Mas? Este es el gran misterio. Si -como dicen- García-Margallo es el encargado de enviar globos sonda en nombre de su amigo y presidente, podemos especular que, en el mejor de los casos, se hablaría de financiación, infraestructuras y competencias culturales. Obviamente, todo esto es hipotético y nos ubicaría en una especie de pacto del Majestic 2, para firmar no se sabe cuándo. O quizás por si el PP pierde la mayoría absoluta en los comicios del 2015. Recuerden que el pacto del Majestic permitió que Aznar fuera investido presidente en 1996, con los votos de CiU.
La carta de Rajoy responde a una época y unas maneras que ya han pasado a la historia. Refleja una política que murió el día en que el TC se cargó el Estatut. Este es el principal problema de la misiva, que se dirige a un mundo catalán que los poderes de Madrid reventaron, porque tenían prisa por resolver un pleito histórico. Es una carta redactada pensando que Mas, en realidad, lleva un Jordi Pujol dentro, dispuesto a coger un churro y decir, después, que ha conseguido un roscón. Por eso Rajoy intenta ser tan ambiguo como lo era Pujol. Como si la puta y la Ramoneta hubieran encontrado una familia nueva en la Moncloa.
Las cosas están así: Mas debe convocar un referéndum dentro del 2014 y, para legitimarse ante la UE y otros terceros, pretende que sea tolerado por Madrid, por eso hace falta que haya un cierto diálogo con el Gobierno. Pero el diálogo que ahora insinúa Rajoy parece que sería sólo para que la consulta no se realice nunca, a cambio (quizás) de alguna mejora autonómica. Con todo, ¿alguien se imagina que el PP acuda a la próxima campaña electoral (la de las europeas) con el sambenito de estar haciendo concesiones a Catalunya? La caverna mediática, otras cavernas y el PSOE irían a saco.