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Francesc-Marc Álvaro | «Bascos sí, ETA no», deien
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03 oct 2013 «Bascos sí, ETA no», deien

Es un hecho que, últimamente, algunos políticos y periodistas españoles han puesto en el mismo saco a la organización terrorista ETA y al nuevo movimiento soberanista catalán. También han relacionado a los etarras con la PAH y Ada Colau. Hace unos años, aberraciones de este tipo sólo las expresaba Jaime Mayor Oreja y alguna vedette radiofónica de la derecha más bestia. En general, la mayoría de personas con tribuna y responsabilidad no se permitía esta distorsión tan demagógica de la realidad. Había un cierto respeto por la verdad. Ahora, hay barra libre para hacer y vender los combinados conceptuales más indigestos. El último personaje que aspira al primer premio en esta disciplina es Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza y exministro de González.

En una entrevista en el diario ABC, el socialista Belloch dice: «Hay que recordar al PSC una cosa aunque sea dura: la principal reivindicación de ETA durante décadas ha sido la autodeterminación. Por eso han muerto centenares de policías, guardias civiles y gentes del PSOE y del PP… Y no cedimos. Eso no es aceptable y el PSC debe tenerlo claro». No es habitual que un fragmento tan corto contenga una cantidad tan alta de trampas, desfiguraciones y olvidos.

En primer lugar, Belloch considera que todo el mundo que reclama la autodeterminación es lo mismo, y silencia de manera deliberada que el método de ETA ha sido la violencia mientras que el soberanismo catalán es un movimiento pacífico y democrático que convoca grandes manifestaciones de talante cívico. Decir que terroristas y ciudadanos que salen tranquilamente a la calle son la misma cosa es una indecencia intelectual que debe denunciarse. Si aplicáramos a Belloch su propia y perversa lógica (que no da ninguna importancia a los medios utilizados para alcanzar un objetivo), podríamos asegurar que él y los fascistas que atacaron la librería Blanquerna son equiparables, dado que uno y otros consideran que «la unidad de España sí es un dogma» (esta frase también es de Belloch). Pero no lo haremos, porque mentiríamos.

En segundo lugar, Belloch no es nadie para dar lecciones al PSC y a los socialistas catalanes, como quien llama la atención a un niño. Quizás Belloch no recuerda quién fue Ernest Lluch y cómo fue vilmente asesinado por ETA. ¿Qué autoridad tiene el alcalde de Zaragoza para marcar las rayas rojas a un partido catalán que ha contribuido de manera decisiva a la gobernabilidad de España? ¿Qué sabe este senador de las dinámicas surgidas entre votantes, militantes y cuadros del PSC a raíz de la sentencia del TC sobre el Estatut? Y, en tercer lugar, de las palabras de Belloch también se desprende que siempre ha sido falsa aquella frase (escuchada de boca de políticos del PSOE y del PP) según la cual «sin violencia, todo podrá hablarse». El soberanismo catalán rechaza explícitamente la violencia y pide un referéndum pactado pero constata que no hay nada que hablar con el Gobierno, que se cierra de manera inflexible y simula que el problema no existe.

Esta lamentable asociación entre soberanismo catalán y ETA, que Belloch y otros hacen, me ha hecho pensar inmediatamente en uno de los lemas más repetidos en las muchas manifestaciones de repulsa contra los etarras en Madrid y muchos lugares de España, durante los años en que el terrorismo era más intenso: «Vascos sí, ETA no». Este es un eslogan muy bueno, que transmite de manera acertada una distinción esencial entre los terroristas que dicen matar en nombre de un país y la gente de aquel país en general. Con la pancarta y el grito de «vascos sí, ETA no», se subrayaba que la lucha armada no había generado, afortunadamente, una vascofobia destacable entre las clases dirigentes ni la población de Madrid y las principales ciudades españolas. Se combatía a los etarras y, al mismo tiempo, se respetaba a los vascos, cada cosa en su lugar. A nadie le pasaba por la cabeza promover boicots contra empresas o figuras vascas. Como corresponde a una sociedad madura.

Por todo ello resulta más inquietante y más inexplicable que la misma sociedad que hace suyo el admirable lema «vascos sí, ETA no» acoja, en cambio, expresiones constantes contra los catalanes y contra el catalanismo y los soberanistas (pacíficos y demócratas), de una manera que ningún otro colectivo tiene que soportar hoy en España. ¿Por qué pasa eso? Antes de responder hay que decir que la catalanofobia ha existido desde hace siglos y que no ha necesitado la existencia de un movimiento pro independencia para emerger, como demuestran varios estudios. Valga como prueba de eso la opa que Gas Natural (empresa catalana) lanzó sobre Endesa en el 2005, que generó una oposición muy fuerte del entorno del PP, desde el cual se repitió aquello de «antes alemana que catalana».

¿Por qué esta catalanofobia? Debe de ser la reacción primaria a una diferencia que no se comprende ni se quiere comprender: la catalanidad es percibida como anomalía y el catalán como un español defectuoso. El vasco, incluso cuando el terrorismo hacía más daño, es una figura próxima a la visión castellana del mun- do, un elemento entrañable que forma parte de la misma familia. El catalán, en cambio, siempre es un extraño bajo sospecha, incluso si, a fuerza de disimular su origen, le permiten tocar un poco de poder en Madrid.

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