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Francesc-Marc Álvaro | Calamitats o realitats
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17 feb 2014 Calamitats o realitats

La misma semana que 56 directivos extranjeros residentes en Catalunya -la mayoría alemanes- han opinado en contra de la independencia en términos apocalípticos la Cambra de Comerç ha dado datos macroeconómicos que muestran una economía catalana que se está recuperando y no se ve perjudicada por la política. Es muy contundente que las inversiones extranjeras recibidas en Catalunya durante 2013 tripliquen a las del conjunto del Estado. ¿Calamidades o realidades? Una diplomática tan sensata como la cónsul general de EE.UU., Tanya C. Anderson, ha declarado que no ve preocupación entre el empresariado estadounidense por el proceso soberanista.

Es bueno que todo el mundo opine sobre unas decisiones políticas que tienen gran trascendencia en todos los órdenes de la vida colectiva. También es natural que cada uno analice el cuadro desde sus legítimos intereses. La democracia reclama un intercambio libre de razones. Pero hay que comparecer con argumentos sólidos, se defienda la posición que sea. Así, no es aceptable que el manifiesto presentado por Albert Peeters ponga en el mismo saco el movimiento soberanista -cívico, integrador, pacífico y democrático- y los nacionalismos de Estado agresivos, expansivos y genocidas que han desencadenado varias guerras. La causa de una Catalunya dentro de España queda desfigurada y desacreditada cuando se hacen este tipo de discursos, teñidos de demagogia. No es extraño que el Círculo de Directivos de Habla Alemana (KDF) y Basf se desmarcaran rápidamente de esa declaración.

Realidades o calamidades. Aunque también hay soberanistas que tienden a despreciar las dificultades y las incertidumbres de la independencia, es obvio – remarcan observadores neutrales- que una de las ventajas del bloque soberanista y sus líderes es haber vinculado sus reclamaciones a hechos concretos que se pueden medir y que pueden compartir muchos no necesariamente independentistas. Desde las cifras del déficit fiscal hasta el nivel de conocimiento de las lenguas de los escolares, pasando por las inversiones que Madrid ha dejado de hacer o la lista de recursos que los ministerios han presentado a las leyes catalanas. El Gobierno niega estas realidades y eso alimenta el soberanismo.

En este contexto, es muy importante que 33 jueces hayan firmado un manifiesto en el que sostienen que hay una realidad nacional catalana y que el derecho a decidir se puede ejercer dentro de la Constitución de 1978. Los magistrados se pronuncian pese a saber que ello puede comportar represalias, como comprobó el anterior fiscal superior de Catalunya, el moderado Rodríguez Sol, cesado por haber dicho algo de tan sentido común como lo siguiente: «Al pueblo hay que darle la posibilidad de expresar lo que quiere; en general a cualquier pueblo».

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