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Francesc-Marc Álvaro | Així es perden els vots
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13 jun 2014 Així es perden els vots

Vivimos días extraños en la arena política: se van algunos que aseguraron que continuarían y continúan algunos que a menudo amenazan con largarse. Es como si del teatro de sombras pasáramos al guiñol, sin que nadie recuerde a los actores que ciertas sobreactuaciones se pagan con la pérdida de votos. Las cosas de la democracia no pasan por casualidad. Determinadas declaraciones -impulsadas más por el ego malherido que por la responsabilidad- producen en el ciudadano normal una sensación irritante de comedia de fin de curso sin ninguna conexión con la mayoría de personas que hace lo posible para salir adelante. Idas y venidas, falsos portazos y rectificaciones indescifrables fatigan a la gente. Cuando la política se convierte en una pura rabieta es hora de encender las luces del teatro y dejar que entre el aire. Durante mucho tiempo.

La política también es representación y esta circunstancia la hace apasionante, pero se puede intentar montar un Shakespeare o se puede acabar haciendo Els Pastorets sin querer. Aquí tienen una causa importante -no la única- del retroceso de determinadas formaciones en Catalunya y España. A más vodevil, más desinterés del votante. A más polémicas personalistas, más fatiga de quien tiene que elegir una u otra papeleta. Con la cantidad de problemas que reclaman atención, esta autorreferencia de ciertos dirigentes en su peripecia es de una obscenidad corrosiva.

Pere Navarro se va, una decisión que debe ser aplaudida en un país donde dimitir cuesta tanto, aunque ahora parece que esto se ha puesto de moda. La crisis del PSC es una herida abierta que no se puede disimular. A partir de aquí, los socialistas deben decidir si hacen como siempre (cerrar la crisis en falso) o se arremangan de veras y lo repiensan todo sin tabúes. El mismo juicio vale para las cíclicas relaciones tempestuosas entre Duran y CDC, una pareja siempre al borde del divorcio y siempre a punto del ritual de la reconciliación aparente. Que el PSC caiga en picado o que CiU pierda sufragios de manera acusada es un fenómeno que no se puede separar de esta manera antigua de hacer frente a las tensiones internas.

En 1928, Lluís Duran i Ventosa, prestigioso abogado, periodista y político de la Lliga, publicó un libro jugoso que tituló Los políticos, que pretendía ser una especie de manual del oficio de hombre público a partir de su experiencia y observación afinada. En la página 135, escribe una reflexión de una actualidad innegable, sobre aquellos que se aferran a ciertas visiones: «Estos hombres, aun habiendo tenido a veces algo de razón, son peligrosos en política, si no saben comprender los cambios necesarios que imponen a la vida la evolución de las ideas y la transformación de las necesidades». Algunos, de Barcelona y Madrid, deberían tomar nota.

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