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Francesc-Marc Álvaro | Els papers robats
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20 jun 2014 Els papers robats

La lengua, si no se utiliza correctamente, desfigura la realidad y nos acaba convirtiendo en extraños de nuestras propias vidas. Ahora resulta que el verbo robar -dicen algunos- es ofensivo para hablar de según qué. Con tantos eufemismos llegará el día en que tengamos la sensibilidad política y moral de una esponja. Mientras eso no ocurre, es digno de subrayar que el Gobierno español ha decidido poner punto final al retorno a Catalunya de los documentos que las tropas franquistas robaron a sus propietarios en 1939, al acabar la Guerra Civil. Porque robar es tomar por la fuerza lo que no es tuyo. Hablo de lo que se conoce popularmente como papeles de Salamanca, dado que es en esta ciudad donde está el archivo oficial que guarda todos estos materiales de organizaciones y particulares de nuestro país.

El ministerio que dirige Wert confirmó el martes que no devolverá ni la mitad de los papeles que reclama la Generalitat, amparándose en una sentencia del siempre impecable y admirable Tribunal Constitucional. La última entrega de papeles tuvo lugar el 20 de julio del 2011. Según el conseller Mascarell, las autoridades de Madrid han tomado la decisión unilateralmente y no ha habido comunicación formal.

Ni el PP ni el PSOE han puesto nunca mucho celo en completar el retorno de los papeles de Salamanca. Es el típico asunto que genera demasiado malestar entre las parroquias de los dos grandes partidos y ya se sabe que vale más no hacer enfadar a nadie. Si hay familias, instituciones, partidos y asociaciones de Catalunya que no pueden recuperar sus documentos y fotografías, que se aguanten. Son cosas de haber perdido una guerra, dirán los castizos y los fatalistas. Recuerden que un escritor ilustre -ya fallecido- salió un día al balcón del Ayuntamiento de Salamanca y, ante una multitud embravecida, no tuvo problema en gritar bien alto que «son vuestros por derecho de conquista». El hombre se quedó tan ancho y lo aplaudieron a rabiar. Hay que agradecer esta muestra de sinceridad, que tenía una gran virtud: ubicaba el problema en su exacta dimensión histórica.

El Parlament conmemora el Any de l’Exili Republicà, al cumplirse los setenta y cinco años del final de la Guerra Civil. La Cámara catalana ha expresado «su reconocimiento a todas las personas que murieron o sufrieron heridas, exilio, prisión o cualquier tipo de represión, y a sus familias, por haber defendido la legalidad y la democracia, a la vez que lamenta que todavía no se hayan reparado todas las consecuencias de la guerra y la dictadura franquista». Entre estas amargas consecuencias, está el mencionado robo documental que, entre otras cosas, sirvió, en su momento, para llevar a cabo la represión contra los perdedores. No devolver estos papeles es perpetuar el concepto de victoria.

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