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Francesc-Marc Álvaro | Alarmes previsibles
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06 oct 2014 Alarmes previsibles

De aquí hasta el 9 de noviembre, se encenderán varias veces las alarmas dentro del catalanismo, tengamos paciencia: el mundo soberanista no puede evitar las discrepancias tácticas entre Mas y Junqueras, una tensión permanente que -como pasó la última semana- después es explicada por cada parte, según le conviene; por cierto, no deja de ser paradójico que el líder republicano utilice el diario de Madrid que más ha hecho y hace para cargarse al actual presidente de Catalunya para difundir su versión. Ahora bien, las alarmas no siempre detectan fuego. A veces, sólo detectan humo. Ante esto, una constatación y un pronóstico.

Constatación: Mas y Junqueras siempre estarán lejos tácticamente porque los universos que representan responden a culturas políticas diferentes. La novedad es la coincidencia estratégica en superar el marco autonómico mediante las urnas para llegar -aquí el giro histórico de CDC es innegable- a la independencia. ERC debe tirar y Mas debe contener, la dialéctica del proceso es esta y también su originalidad, al lado de la movilización social. Que Junqueras celebre cenas de verano con periodistas jóvenes para explicar que no se fía de Mas forma parte del guión. Como forma parte del guión que haya dirigentes de CDC que dudan de que, llegado el momento, el líder de ERC sea capaz de defender en la calle Calàbria lo que acuerde con el president. Hay que quitar dramatismo a esto.

Pronóstico: los intereses partidistas (de CDC, Unió, ERC, ICV y la CUP) están presentes pero, cuanto más avanza el proceso, más secundarios devienen. ¿Por qué? Porque el compromiso asumido por los dirigentes pro consulta (empezando por Mas y Junqueras) ha generado tantas expectativas que un desenlace que no sea compartido y explicado por todos ellos (o la mayoría) será muy malo también para todos, aunque se quiera cargar el mochuelo a uno solo. La unidad ya no es un imperativo para llegar a la consulta, es la única manera de hacer algo que no represente el caos. Los cálculos electorales, como subraya Herrera, «contaminan el proceso», una verdad que queda compensada por otra: hay más de un millón de personas que penalizarían al actor o a los actores que no estén a la altura y piensen sólo en su suerte.

Mientras observadores internacionales como Bloomberg destacan la escasa predisposición de Rajoy a hacer política y algunos periodistas de Madrid se inventan apariciones de Mas en el balcón de la Generalitat, el proceso sigue a pesar de las prohibiciones, con la clarificación de partidos como ICV y Unió, y el paso adelante de 920 ayuntamientos (de un total de 947) en apoyo de la consulta. Catalunya intenta la ruptura pactada, somos así de complicados. Ni Mas ni Junqueras pueden hacer juegos de manos: si la sociedad es adulta para decir basta a Madrid, también lo es para exigir responsabilidad a los de aquí.

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