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Francesc-Marc Álvaro | Missió a les Canàries
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07 nov 2014 Missió a les Canàries

José Antonio Monago, presidente de Extremadura y dirigente del PP muy proclive a dar lecciones de ética y buen gobierno, tiene un problema: deberá explicar qué grandes asuntos de Estado le obligaron a viajar treinta y dos veces a Canarias entre mayo del 2009 y noviembre del 2010, cuando era senador por designación de la Cámara legislativa de su autonomía. El diario Publico.es, que ha destapado el caso, añade que Monago hizo todos los viajes en business class y sin su esposa. De momento, toda la explicación que sobre esta peripecia ha dado al presidente extremeño es una nota oficial donde se dice que él, «en la condición de senador de España, ha viajado por todo el país en numerosas ocasiones desempeñando las tareas parlamentarias que le eran encomendadas por el grupo parlamentario». Nadie ha podido aclarar qué asuntos tan delicados obligaban a este político popular a moverse tan lejos de su circunscripción y de manera tan reiterada. ¿Cuál era el motivo de la misión senatorial de Monago en Canarias? ¿Estamos ante un documental sobre la dura vida de los senadores del Reino o estamos ante un remake de los viejos filmes protagonizados por Alfredo Landa durante la transición?

Monago ha destacado, en los últimos tiempos, por exigir más transparencia al PP y más mano dura a Rajoy contra los corruptos. Perfecto. El presidente extremeño tiene ahora una magnífica oportunidad de predicar con el ejemplo y de explicar punto por punto a todos los contribuyentes qué hizo en estos viajes a Canarias y qué gestiones desarrolló para el bien común y, en especial, para la mejora de la sociedad extremeña, que es quien le vota. Estoy seguro de que los desplazamientos insulares de Monago son un pozo de sorpresas y un escaparate sensacional de la eficacia y la modernidad de los poderes españoles, además de un ejemplo de austeridad y de sentido de Estado. Recuerden que el Senado es una institución que podría desaparecer y no pasaría nada. Como diría el propio Monago, amigo de hablar algo en catalán cuando se pone amenazador: «Si tienes cullongs, explícalo».

Al lado de las aventuras de Rato, Acebes o Granados, las historietas isleñas de Monago se intuyen más próximas al vodevil que otra cosa. El vodevil siempre hace reír porque subraya el cariz ridículo de la vida cotidiana y los esfuerzos del antihéroe por parecer lo que no es. El protagonista del vodevil no es nunca un malvado, sino un pobre diablo, un vanidoso superado por los acontecimientos a quien acabamos viendo el culo mientras salta por la ventana. Y es que el universo de la corrupción da para todos los géneros: tragedia, comedia, drama, novela gótica… Incluso para los romances de ciego y la zarzuela.

En fin, Canarias es un lugar privilegiado. Casi tanto como el Senado. Se trata sólo de tener cullongs.

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