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Francesc-Marc Álvaro | Som en un replà
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23 feb 2015 Som en un replà

Si era realmente ingenuo pensar que el proceso soberanista se desplegaría en línea recta y a gran velocidad también lo es pensar que hoy -como dicen algunos- «se ha desinflado el globo» y los partidarios de la independencia piensan en abandonar. Pasar de las multitudinarias manifestaciones unitarias a la concreción política de la secesión ha introducido complejidad, dificultad y hostilidad en la escena. Además, hay dos factores que se han solapado y que han multiplicado el efecto de un soberanismo en horas bajas: la falta de sintonía entre Mas y Junqueras así como el activismo de varias plataformas unionistas (los de siempre bajo diferentes paraguas) que es amplificado por la mayoría de medios y los poderes del Estado. Durante la primera parte de esta película, el soberanismo jugó solo, no tenía rival en el campo. Ahora, los partidarios de una Catalunya en España también hacen actos, ponen anuncios y escriben libros, aunque no son capaces de sacar a la calle a tanta gente como los que enarbolan la estelada.

Si uno se imagina el proceso como ir subiendo una escalera, ahora estamos en un rellano. Ni más ni menos. Los rellanos sirven para descansar y para tomar conciencia de los peldaños que todavía faltan para llegar. El nombramiento de Carles Viver como comisionado responsable de las estructuras de Estado indica que este rellano no es sinónimo de parón y que, a pesar de las turbulencias, Mas no ha perdido la iniciativa política. El escenario electoral municipal comporta que las entidades del soberanismo civil -ANC, Òmnium y AMI- levanten el pie del acelerador. La olla no puede hervir siempre. De cara al 27-S, volverá el activismo soberanista, para apoyar a los partidos que lleven en el programa la independencia.

Hay quien niega que las futuras elecciones al Parlament sean plebiscitarias. Más allá de la repetida voluntad de CDC, ERC y la CUP para que así sea, hay bastantes elementos a día de hoy para afirmar que el PP y el Gobierno Rajoy también contribuirán a ello, con un discurso apocalíptico destinado a movilizar a indiferentes y dudosos. También colaborará C’s, que ya es oficialmente el partido-vacuna y bisagra del establishment contra la ruptura soberanista y el reformismo recién llegado de Podemos. Habrá que ver cómo los resultados municipales influyen en el camino hacia el 27-S (sobre todo la batalla de Barcelona) y también qué impacto tendrán la querella contra Mas, el caso Pujol, las discrepancias con Duran, la nueva presidencia de la ANC, los espejos griegos y la esperada recuperación económica.

Madrid ya ha asumido -como ha advertido algún columnista del unionismo armado- que las elecciones del 27-S no serán autonómicas normales y que hay que hacer todo lo imaginable (y lo que no también) para evitar una mayoría independentista en la Cámara catalana. El soberanismo tiene medio año para evitar un fracaso al estilo escocés.

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