26 feb 2015 O Mas (i CDC) o els Pujol
No hay nada tan peligroso como el fuego amigo. Muy pronto se vio que la confesión que Jordi Pujol hizo el 25 de julio del año pasado venía marcada por una estrategia de defensa de la familia Pujol Ferrusola que prescindía completamente de las circunstancias, de las prioridades y de las necesidades políticas de CDC, de CiU y de Artur Mas. La comparecencia del pasado lunes, en la comisión de investigación sobre corrupción del Parlament, del expresident de la Generalitat, de su esposa y del hijo mayor de los Pujol Ferrusola indica de manera descarnada que hemos entrado en una fase más hostil y resbaladiza, donde el proyecto político que hoy gobierna Catalunya debe enfrentarse a un adversario inesperado e incómodo. Mas no tendrá más remedio que tomar decisiones sin perder tiempo, para protegerse él y su partido.
Muchos daban por hecho que Jordi Pujol Ferrusola (JPF) no diría nada ante la comisión, acogiéndose a su derecho a no declarar por estar imputado. Así lo pensaba la mayoría de grupos, incluido el de CiU. Pero el primogénito decidió hacer todo lo contrario: explicó muchas cosas (algunas relevantes, otras anecdóticas) que ya había dicho al juez Ruz, ensayó el contraataque (cuestionando la competencia de los diputados y dando a la Cámara un cedé con la conversación de La Camarga) y, sobre todo, intentó cambiar su imagen de comisionista preferente con un relato detallado sobre sus éxitos como “dinamizador económico” amante de correr riesgos. Los diputados no consiguieron romper la historia del compareciente, que se iba gustando a sí mismo a medida que pasaban las horas. Me recordó la comparecencia de Francisco Pizarro como presidente de Endesa, que en agosto de 2007 fue llamado a la Cámara catalana para informar de los graves problemas de suministro eléctrico que habían tenido lugar en Barcelona en julio. En aquella ocasión, nuestros representantes quedaron en fuera de juego, por desgracia del país y de la institución.
La declaración política más importante que hizo JPF el pasado lunes es la que tiene que ver con su supuesta amistad con Mas, una expresión que se produce unos días después de que el actual president de la Generalitat declarara, ante la misma comisión, que su relación, con el hijo mayor de Pujol no es de amistad íntima, como afirmaban algunos diputados de la oposición, y que había tenido “sus partes mejores y sus partes peores”, eufemismo elegante que esconde un cúmulo de desavenencias y de choques, como sabemos los periodistas que conocemos este entorno. Mas habría podido ser más explícito para marcar distancias, pero fue fiel a su estilo poco dado a la reyerta.
La realidad es que la sintonía entre JPF y Mas nunca fue alta, siempre ha fallado la química personal. En la primera edición de mi libro Ara sí que toca! –publicada en 2003- explicaba que “con el tiempo, JPF se ha quejado a algunos amigos comunes de sentirse poco considerado personalmente por el sucesor”, y añadía que “el hecho de que Mas ‘haya mantenido a raya’ a JPF en determinados momentos también ha enfriado sus relaciones”. Por otra parte, y en un sentido estrictamente político, es conocido en los círculos nacionalistas que Júnior –como se conoce a JPF- ha criticado mucho (no siempre discretamente) las tres principales apuestas que hace Mas como líder: el nuevo Estatut de 2006, la Casa Gran del Catalanisme, y el impulso al proceso soberanista a partir de 2012. Para acabar de entender la escena actual hay que tener presente que, cuando Mas está en la oposición y gobierna al tripartito, se acelera el alejamiento entre la familia Pujol Ferrusola y el sucesor. La travesía del desierto hace madurar a Mas mientras el patriarca se da cuenta de que su continuador no será una figura teledirigida ni el hombre que guardará la tanda. Una de las decisiones más importantes del nuevo líder de CDC fue enfocar con nueva mentalidad la financiación del partido. En cambio, Oriol Pujol, el único hijo que se dedicó a la política, mantuvo una buena relación con Mas hasta que lo dejó, a raíz del caso de las ITV. No son ningún secreto las discrepancias políticas y sobre la gestión del caso Pujol entre los hermanos Jordi y Oriol.
JPF no dijo la verdad cuando declaró y repitió que “el señor Mas es muy amigo mío”. Los hechos desmienten rotundamente al primogénito. ¿Por qué lo dice? Es evidente que estas palabras son un dardo contra el president y, sobre todo, dan munición a todos los que quieren tumbarlo. ¿Aviso? ¿Resentimiento? ¿Ajuste de cuentas? La respuesta la encontraran ustedes en las mismas frases de Júnior: “Él, hoy, no tiene tiempo, ni mañana, no antes, ni hace dos años ha tenido tiempo de llamarme. No me preocupa. Sé que yo el día que necesite del president Mas, se pondrá al teléfono. O me contestará con una carta. O me atenderá”. CDC y Mas tienen un problema más, y no es pequeño. Pueden simular que no existe o pueden enfrentarlo con energía y coraje. Es un problema que obliga a completar definitivamente la despujolización que Mas empezó cuando estaba en la oposición, lo cual incluye hacer una refundación de veras. Mi diagnóstico es claro y sincero: más allá de lo que dicten los tribunales, en la arena política, o se salvan los Pujol o se salva Mas y lo que CDC representa para mucha gente de este país. O una cosa o la otra.