26 jun 2015 Velocitat del perdó
El lunes, el Papa, en visita a Turín, pidió perdón a los valdenses, comunidad religiosa del Piamonte que Roma trató durante siglos como acostumbraba a hacerlo con todos a los que calificaba de herejes. Este antiguo credo -que se adhirió a la reforma luterana- costó caro a sus fieles, perseguidos, torturados y asesinatos por el poder dominante. Leo en la crónica de Eusebio Val que Francisco dijo esto: «Os pido perdón en nombre de la Iglesia Católica por los gestos y los comportamientos no cristianos, incluso no humanos, que hemos tenido contra vosotros. ¡En nombre del Señor Jesucristo, perdonadnos!». La iniciativa del Santo Padre es buena pero también es indudable que llega demasiado tarde, sobre todo si tenemos en cuenta que ha llovido mucho desde el siglo XII. Comprendo que los tiempos eclesiales no son los de internet, pero cuando la petición de perdón público se hace esperar tanto es como cuando la justicia se materializa muchos años después de un delito. Algo falla.
Vivimos tiempos de demanda de perdón. Varios gobiernos democráticos han sido sensibles a este clamor y lo han practicado en los últimos años, caso del Canadá y de Australia ante los pueblos nativos que fueron sometidos a la voluntad y las políticas de los colonizadores. El Estado español -ya lo sabemos- no es un ejemplo en esta nueva cultura del perdón. En mayo, el Congreso rechazó el reconocimiento jurídico de los deportados republicanos a los campos nazis y que el rey pidiera perdón en nombre del Estado por las decisiones de Franco que costaron la vida a muchos españoles. Se ve que morir como apátridas a manos de Hitler es un recordatorio que no pueden soportar las instituciones democráticas que pagamos todos.
En noviembre se inaugurará en Euskadi el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, que dirigirá Aintzane Ezenarro. La responsable ha declarado que “la memoria del país se construirá a través del diálogo de memorias, con los límites de no excluir a ninguna víctima ni equiparar acontecimientos, ni tampoco justificar ningún hecho violento o vulneración de derechos fundamentales”. Hablamos de ello en el programa Euskadi hoy, de Onda Vasca, que dirige Xabier Lapitz. Desde lejos, constato que quizás es muy pronto para que la sociedad vasca pueda manejar las memorias de tantas décadas de violencia. ETA todavía no ha desaparecido. ¿Se puede hablar de memorias traumáticas sin el ritual del perdón? De la misma manera que el perdón tardío es terriblemente injusto, un perdón que llegue a tiempo genera otros problemas y obliga a tener actitudes que no siempre proliferan. Los sudafricanos, por ejemplo, encontraron una vía muy potente, pero no hay formulas mágicas. Dar con la velocidad exacta del perdón es tan importante como reconocer el dolor de las víctimas.