07 sep 2015 Gent d’ordre
Una de las cosas más importantes que han pasado en Catalunya los últimos cinco años -y que no se explica casi nunca en los medios de Madrid, pero sí en la prensa internacional- es el compromiso de una parte significativa del empresariado y el mundo profesional con el proceso soberanista. Unos lo hacen asumiendo el derecho a decidir y otros abrazando la independencia como proyecto para librarnos de unas estructuras políticas que -datos en mano- frenan y bloquean el crecimiento y el bienestar del conjunto de la sociedad catalana, como han significado en varios informes incluso entidades tan poco amigas de la secesión como Foment del Treball. Una de las fortalezas que tiene la corriente de cambio catalán es la alianza entre los de las corbatas y los de las camisetas.
Al lado de un empresariado ubicado frontalmente en contra del proceso (una realidad que desmiente las teorías de González sobre el miedo a expresar públicamente razonamientos contrarios a la independencia) hay también un mundo empresarial que vive esta etapa como una oportunidad y en sintonía con la Catalunya que no quiere agachar más la cabeza. El pasado jueves, este empresariado se reunió en la Pedrera con la excusa de reiterar su compromiso con el denominado Manifest del Far. En realidad, se querían denunciar los ataques y la guerra sucia del Madrid político y sus aliados. Este acto demostró una vez más que hay muchísimos moderados favorables a la creación de un Estado catalán independiente y que, por lo tanto, la pretendida moderación no es exclusiva de los que anuncian el apocalipsis para el 28 de septiembre.
El presidente de Cecot, Antoni Abad, -uno de los hombres más juiciosos que conozco-, dijo algo que debería hacer reflexionar a más de uno: «La gente de orden sabe que nada es permanente excepto el cambio; desde los perfiles más moderados el inmovilismo exaspera». Mientras, desde sectores contrarios al proceso, se suministra a menudo «polución o basura», en palabras precisas de Abad. Para ilustrarlo, aquel día, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se refirió a Mas en estos términos: «Los que se creen por encima de la ley suelen caer en el populismo y de ahí se pasa a la dictadura». No diremos aquí lo que piensa mucha gente catalana de orden de Cospedal.
Antes de los representantes de las cámaras y diecisiete patronales, tomaron la palabra cuatro relevantes economistas. Uno de ellos, Jordi Galí, asesor del BCE y de la Reserva Federal de EE.UU., dijo -en respuesta a un conocido empresario contrario al proceso- que para explicar a los trabajadores qué puede representar la independencia se utilicen estudios económicos solventes. Pensé en el historiador Tony Judt, que en el 2005, en el libro Postguerra, escribió que si Catalunya fuera independiente, «sería uno de los países más prósperos del continente europeo».