28 dic 2015 Presidenta Colau
La decisión que ha tomado la asamblea de la CUP es hoy menos importante y menos determinante de lo que habría sido hace tres meses. Porque hay corrientes de fondo que el soberanismo –el central y el alternativo– ya no controla. El soberanismo dejó pasar dos oportunidades de oro para avanzar. La batalla electoral de los próximos tiempos en Catalunya no será ninguna de las que se habían previsto. El duelo entre Junqueras y Mas o el duelo entre el bloque independentista y C’s perderán relieve ante lo que generará el paso de Colau de la política municipal a la catalana. Porque me parece fuera de dudas que la alcaldesa acabará liderando –antes de lo que pensamos– una opción de izquierdas vinculada a Podemos con voluntad de absorber a los votantes del PSC, de ICV-EUiA, de la CUP y –cuidado– de ERC. Los maragallistas que no se han convertido al independentismo bendecirán esta operación, del mismo modo que excolaboradores de Maragall son hoy los técnicos que hacen posible que el gobierno de Colau funcione.
El amigo Lluís Bou ha escrito en El Món que “la operación Colau es muy parecida a la de la fusión que dio lugar al PSC. Si el núcleo nacional de aquella propuesta estatal fue el federalismo, en la nueva será un referéndum para Catalunya”. Estoy de acuerdo, con un matiz: mientras los cuadros socialistas de antaño se inspiraban en la socialdemocracia europea, los comunes han bebido en recetas de populismo latinoamericano que desprecian el realismo del PSUC de la transición, una herencia que Camats y Herrera se vendieron a precio de saldo. Y también comparto con Bou la idea de que el referéndum se puede convertir en una propuesta vacía como el federalismo del PSOE, dado que Iglesias, para llegar a la Moncloa, necesita ganar no sólo en las nacionalidades periféricas. Recuerden la teoría de la manta y los votos: en España, o te tapas las piernas o la cabeza. Si un partido hace demasiadas concesiones a los catalanes, genera rechazo en las Españas castellanas, donde se incluye la poderosa Andalucía.
ERC quiere seducir al votante potencial de Podemos, y la cosa irá al revés. La CUP imagina estrategias para llevar los podemitas a la vía independentista, y el camino será en dirección contraria. Colau, puesta a competir por la Generalitat, romperá el guión de republicanos y cuperos y se ofrecerá como la gran solución para echar a Artur Mas. En el horizonte, un retorno al viejo orden autonómico mediante un tripartito con los comunes, los republicanos y los cuperos, aliñado por la promesa de referéndum que los podemitas de Salamanca –por ejemplo– no quieren ni en pintura. Los ideólogos de Esquerra Republicana y los de Endavant (dentro de la CUP) también han imaginado un tripartito para construir la República (sólo) de izquierdas, pero ellos siempre colocan a Junqueras en la presidencia, una hipótesis que Colau amenaza seriamente.