15 abr 2016 Llull i l’Estat Islàmic
Escucho hablar de Ramon Llull al doctor Albert Soler, uno de los expertos más acreditados en la obra del sabio y literato medieval, del que este año conmemoramos el setecientos aniversario de su muerte. El profesor Soler nos explica –con la facilidad del erudito apasionado que sabe comunicar– algunas circunstancias de la biografía del autor del Blanquerna y nos da claves para captar la originalidad del proyecto intelectual de este mallorquín que consideramos el gran padre de las letras catalanas. Pero Soler no quiere darnos una imagen arqueológica de Llull y nos propone un ejercicio arriesgado para generar debate: ver a Ramon Llull dentro de un esquema de choque de civilizaciones, en el pasado y en el presente. ¿Qué habría hecho el místico que quería convertir musulmanes ante la ofensiva del Estado Islámico?
La discusión nos lleva –sin querer– de Llull a una dicotomía típica en los medios: el mundo occidental contra el mundo musulmán, simplificación que rechazamos, porque sabemos que hay muchos islams y porque Occidente es una realidad con varias caras, algunas poco atractivas. Soler, que no niega que los valores de la Ilustración abrieron el camino del progreso y la dignidad, se pregunta si el predominio de la razón científica en el discurso occidental no impide hoy un diálogo intercultural más eficaz y más franco. Salta la controversia, claro. El profesor aclara que no pide que la religión ocupe un espacio que no le corresponde, sino que seamos conscientes de que “la ciencia no puede explicarlo todo, que hay una verdad que dejamos de lado pero otras culturas consideran central, un saber intuitivo que nos interesa”.
Mientras el debate se anima (y alguien recuerda que los yihadistas han adoptado los avances tecnológicos occidentales sin querer saber nada de los derechos humanos y la democracia), pienso que Llull es una excusa magnífica para interrogarnos sobre lo que somos en un momento en que se nos mata –entre otros motivos– por vivir como vivimos, sin olvidar que la mayoría de víctimas de los fanáticos son personas de fe musulmana. “Europa tiene muchos aspectos que deben ser criticados –recuerda alguien–, pero los que huyen de Siria no buscan refugio en Arabia Saudí, quieren vivir entre nosotros”. La complejidad nos agobia. “Llull –sugiere Soler– seguramente recomendaría el uso de la fuerza para detener al Estado Islámico, a pesar de ser hombre de paz y diálogo”.
Las ucronías son un juego. Nadie sabe qué diría y haría hoy el autor del Llibre de les meravelles. Quizás trabajaría para Apple luciendo una bonita barba de hipster, o habría fundado una oenegé para fomentar el contacto entre jóvenes de diferentes confesiones. O escribiría best sellers de autoayuda o, tal vez, tendría un programa moderno de televisión, no necesariamente en el Canal 33.