20 jun 2016 El torniquet de les elits
Las elecciones del próximo domingo son las de la reconfiguración del sistema surgido de la transición, pero de una manera que no acaba de cuadrar con los intereses de las élites económicas que, hasta ahora, han encontrado una buena mecánica en el bipartidismo. ¿Qué ocurre? El partido que debía impulsar la reforma controlada con Rivera al frente no tendrá el músculo necesario y, además, se ha visto frenado por la emergencia del partido de Iglesias, que está a punto de conseguir relegar al PSOE como opción principal de la izquierda. La crisis económica y de credibilidad transforma Podemos en el voto útil de los que quieren sacar al PP y de los que quieren decir «no».
La estrategia inmovilista de Rajoy asegura las lealtades de un electorado envejecido y a la defensiva, pero genera, sin querer, el crecimiento de los podemitas. A diferencia del 20-D, ahora se perderán menos votos en tierra de nadie. El socialismo oficial es un partido en busca de autor, y un proyecto roto por la pinza entre un pasado fosilizado (Susana Díaz atizando irresponsablemente la leyenda negra de los catalanes) y un futuro licuado (Collboni y otros como muleta de los nuevos redentores). Mientras, como C’s ha quedado encajonado, su líder recupera el discurso fundacional taxidérmico desde Sevilla (¿para competir con la presidenta andaluza?) y se presenta como el perseguido y marginado de una Catalunya totalitaria; no es probable que los entornos catalanes del Íbex35 se sientan cómodos con un personaje que quiere ser Prim (y Roca Junyent) pero acaba actualizando a Lerroux. No es propio de moderados.
Las élites catalanas, a diferencia de las de Madrid, han llegado a una conclusión: si el conglomerado de podemitas, comunes y postcomunistas acaba ocupando el lugar del PSC (aprovechando sus restos) y detiene el crecimiento de los independentistas, todo estará bajo control. Aunque oficialmente se sientan huérfanos, no hay pánico. Desaparecida Unió, el papel de torniquete contra la secesión lo hace En Comú Podem, y con más gracia que Duran. Porque Domènech es tan o más ambiguo que el democristiano pero eso no le penaliza, el ambiente le va a favor. La ambigüedad de la desaparecida CiU se convierte en promesa de un referéndum sine die en manos de una izquierda que dice “sí” a todo para ganar; la memoria es frágil, como demuestra Colau pactando con el PSC. ¿A quién da miedo un poco de peronismo aliñado con elogios a Pi i Margall? «Antes roja que rota». Un rojo suave. El 20-D ya fue así, pero algunos no querían admitirlo.
El colauismo ha encontrado el punto débil de la sociedad catalana y lo trabajará hasta que la realidad de Madrid rompa la nueva fábula. El sondeo que ayer daba este diario deja claro que hay un 75% a favor del referéndum y un 48% a favor de la independencia, ante un 35% en contra. Ciertas élites catalanas saben cuál es su mal menor. Las de la capital de España parecen menos pragmáticas.