26 sep 2016 Rebots indirectes o no tant
Los comunes pueden estar contentos si miran hacia Galicia y menos si miran hacia Euskadi. Los convergentes no pueden celebrar el éxito de Urkullu porque el del PNV va de otro palo. ERC y la CUP brindan porque Bildu recupera terreno y para los pies a los de Iglesias, a pesar de perder escaños. Los populares catalanes se parecen mucho a sus homólogos vascos, son los últimos de la cola. Los de Iceta no encuentran consuelo, miren donde miren, aunque el PSE pueda tener –quizás– un papel en la Cámara de Vitoria. Y los de Rivera y Arrimadas constatan estrepitosamente los límites de su oferta, que deviene irrelevante en dos naciones históricas. Los rebotes en la política catalana de los resultados en las autonómicas en Euskadi y Galicia existen, pero no parece que puedan alterar nada de lo que ahora está planteado en Barcelona. Con todo, la política de pactos de Urkullu deberá observarse con atención, no tanto porque marque salidas al soberanismo catalán sino por sus eventuales derivadas en Madrid
El retroceso de los socialistas en Euskadi y Galicia no ayuda a Sánchez a intentar una mayoría alternativa en el Congreso mientras el magnífico resultado de Feijóo regala tranquilidad a Rajoy, lo cual nos acerca un poco más a las terceras legislativas. Una nueva cita electoral puede tensar las relaciones entre convergentes y republicanos: voces muy autorizadas del PDC han desenterrado la idea de llevar Junts pel Sí a Madrid, aceptando a alguien de ERC como cabeza de lista. Habrá que estar atentos a los movimientos que Puigdemont haga en este sentido. Desde un lado opuesto, no sería extraño que el triunfo de un PNV alejado de rupturas diera alas a los que critican la estrategia convergente desde 2012.
Las complicadas y ambivalentes relaciones que mantienen los independentistas de izquierdas (ERC y CUP) con los comunes y Colau tienen una cierta réplica (no exacta) en Euskadi, en la pugna altamente competitiva entre Bildu y Elkarrekin Podemos. Estos últimos esperaban conseguir el segundo lugar, pero la izquierda abertzale –con Otegi como referente– ha demostrado que mantiene la capacidad de movilización. Asimismo, En Marea –que ha incorporado a Beiras, el líder histórico del galleguismo– puede ser una fórmula inspiradora para Colau, siempre celosa de no quedar absorbida por la dirección central de Podemos; veremos si Domènech adopta elementos de esta formación para el nuevo partido que diseña. La candidata del BNG –que fue tentado de sumarse a En Marea– ha defendido bien su espacio.
Para C’s estas elecciones son una pésima noticia: pierden atractivo en el conjunto de la política española y, en el Parlament, pierden fuerza y autoridad para dar según qué lecciones de supuesta centralidad.