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Francesc-Marc Álvaro | Auschwitz i el youtuber
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27 ene 2017 Auschwitz i el youtuber

Cada 27 de enero se celebra el día internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, según una resolución de las Naciones Unidas del 2005. Se eligió esta fecha porque el campo de Auschwitz fue liberado el 27 de enero de 1945. Esta semana se ha inaugurado, en el edificio de la Asamblea General de la ONU, una exposición sobre la propaganda nazi. Una de las claves del sistema propagandístico ideado por Goebbels era la deshumanización de los colectivos que el régimen de Hitler quería eliminar, empezando por los judíos. La deshumanización de las víctimas fue el resultado de una ideología, de unas leyes, de un operativo a gran escala y, sobre todo, de una gran indiferencia. El judío –y el gitano o el discapacitado– dejaban de ser considerados hombres y eran reducidos a mercancía efímera, futuros cadáveres.

Giorgio Agamben señala –refiriéndose a los libros de Primo Levi– que el autor italiano empieza a testimoniar “sólo después de que la deshumanización se ha consumado, solamente cuando hablar de dignidad no tiene ya sentido alguno”. Agamben recupera una frase de Los hundidos y los sal­vados que narra la liberación del campo y refleja hasta qué punto todos los deportados habían sido deshumani­zados: “En aquel momento, en que sentíamos que nos convertíamos en hombres, es decir, en seres responsables…”. Levi, en este mismo libro, anota que “la hora más triste” era cuando “nuestros compañeros ‘políticos’ recibían el correo de su hogar”. Los judíos nunca recibían cartas y sentían “todo el peso de ser diferentes, extraños, de estar escindidos de nuestro país, o mejor, del género humano”.

La deshumanización radical antes de la cámara de gas. El crimen antes del crimen. La primera meta de toda educación, de toda enseñanza: mantener la condición humana. Evitar la ­repetición de la barbarie, como propugna Adorno. Mientras intentamos argumentar contra los discursos envenenados de los populistas ultras y xenófobos, otras formas de deshumanización entran por la puerta de atrás, de la forma más banal y brutal. Un joven youtuber de Barcelona dio veinte euros y galletas rellenas de pasta dentífrica a un vagabundo, y lo grabó y emitió como si fuera una broma entre amigos. La actitud del chico, los comentarios con que acompañó su acción y las posteriores disculpas que ha difundido (que empeoran el episodio) nos muestran un menosprecio aterrador hacia el débil y una ausencia total de empatía. Ganar dinero en YouTube a costa de ridiculizar a una persona que lo ha perdido todo o darle una paliza mientras duerme en un cajero… Grados diversos de una misma violencia. Detrás de estos actos, siempre hay la deshumanización, la vieja y la nueva, la de los ideólogos del odio o la de los vendedores de estupidez en la red. Educar después de Auschwitz todavía, empezando por algunos padres.

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