07 oct 2019 El rey del ajedrez
Es la pieza que conviene preservar como sea, es el rey del ajedrez: las instituciones del autogobierno. Deben ser protegidas por los que ejercen el poder. En una entrevista con EuropaPress, Oriol Junqueras ha dejado muy claro que la “desobediencia institucional” es un callejón sin salida: “No puede volver a suceder, hay un bien a preservar y son los ciudadanos y sus instituciones”. Eso significa, por ejemplo, que el movimiento independentista no ganaría nada si Roger Torrent, president del Parlament, acabara procesado. La crisis catalana va para largo, se cronificará y se enquistará. Hemos entrado en un tiempo de administración de fuerzas y energías que ha de ser lo más inteligente posible. El líder de ERC tiene claro –no es el único– que la Generalitat no debe ser sacrificada en un constante choque estéril (a menudo simbólico) con los poderes del Estado. Esta es una lección importante de octubre del 2017 y es de puro sentido común. A partir de esta constatación, se define el tipo de protesta que, desde el mundo republicano, se pretende concretar una vez conocida la sentencia. ¿Qué pasará con los que apuesten por la gestualidad sacrificial desde Palau? ¿Podrá Aragonès frenar a Torra?
¿Bajo qué lógica se harán las marchas masivas organizadas por la ANC y Òmnium? ¿Qué concepción inspirará las acciones de la plataforma Tsunami Democràtic, a la que ERC apoya? ¿Comparte Puigdemont el análisis expresado por Junqueras sobre el papel del Govern y la administración autonómica? ¿Participa el president Torra de este sentido de preservación de las instituciones?
Junqueras tiene claro que la Generalitat no debe ser sacrificada en un constante choque estéril
El gobernante que se juega su inhabilitación por una pancarta ha publicado un artículo en Vilaweb que lo sitúa muy lejos de la actitud de Junqueras: “No podemos seguir pensando que hay que gestionar esta autonomía permitida, que se nos brinda como una concesión de España. La sentencia debe llevarnos a la recuperación de la dinámica ganadora, la que hace propuestas de futuro, la que debate cómo queremos que sea el Estado que vamos construyendo. No ampliaremos ninguna base pidiendo permiso y esperando que se nos dé”. Y Torra remata su mensaje: “No se darán nunca las condiciones para construir una república de mujeres y hombres libres si no la empezamos a defender cada día desde nuestras responsabilidades”. ¿Está llamando el president, como pide la CUP, a la “desobediencia institucional”? Sería un oxímoron y un imposible político, como se vio hace dos años.
El independentismo está dividido en dos visiones estratégicas que son imposibles de casar: los que piensan institucionalmente y los que no lo hacen, porque están atrapados en un relato que se basa en dos mitos, el “desbordamiento democrático” y “el bloqueo del Estado”. En las generales del 10-N, estas dos sensibilidades competirán para obtener escaños en Madrid. Mientras ERC propone ir allí a hacer la política que se pueda, JxCat y la CUP proponen acudir para bloquearlo todo, un objetivo tanto o más ingenuo que esperar que un presidente español quiera dialogar hoy sobre un referéndum pactado.