21 nov 2019 Se van o huyen
Después de Albert Rivera van largándose otros dirigentes de su partido, están los que sólo abandonan el cargo y los que hacen saber que dejan la política. Cuando Rivera era el líder de Cs, escribí que su error principal fue no tener la suficiente distancia sobre el personaje que le había tocado representar, siempre le faltó el escepticismo preventivo con que los buenos políticos se vacunan para soportar con deportividad las inclemencias consustanciales a la lucha por el poder. No haré leña del árbol caído, no aplicaré a Rivera el estilo con el que su formación se hizo un lugar, una manera de actuar arrogante y chapucera, que ha contribuido a degradar la democracia española y a hacer muy difícil el intercambio de opiniones. Es un talante que empezó en Catalunya cuando eran cuatro gatos y exportaron después a las Españas.
Por la manera como dicen adiós los dirigentes de Cs que se van o huyen, vemos que su gran problema es haber creído que ganarían fácilmente sin bajar del autocar. El exceso de confianza extirpa todo ejercicio de autocrítica. Si a eso le añadimos la purga de dirigentes que discrepan, tenemos la mejor receta para acabar mal. En la cúpula de Cs estaban tan convencidos de que se comerían el mundo que se atragantaron con un trozo de realidad que no masticaron como era menester. Un buen amigo me regala esta imagen: el modo como los cargos de Cs iban por el mundo recordaba a esos que llegan con mucha hambre a un banquete y se lanzan sobre la comida sin mirar si dan golpes o si pisan a los demás. El hambre y la prisa de poder del personal de Cs eran tan indisimuladas que resultaban terriblemente ingenuas. Detrás de esta pulsión caníbal, se adivina una ignorancia extrema de las servidumbres, las dificultades y las complejidades de la política. Salvo honrosas excepciones, los políticos de Cs siempre me han parecido practicantes muy motivados y poco entrenados de un deporte del que desconocen todas las reglas.
El gran problema de Cs es haber creído que ganaría fácilmente sin bajar del autocar
Se van o huyen, cada uno sabrá sus motivos. En la tercera temporada de la teleserie The crown –magnífica como las dos primeras–, nos cuentan las relaciones de Isabel II con el premier laborista Harold Wilson. Creo que es en el capítulo tercero que los guionistas nos regalan una escena en la que Wilson detalla a la reina el secreto del liderazgo en una sociedad donde los medios de masas lo son todo, especialmente la televisión. Es una lección sensacional que puede servir a los que no abandonen el barco de Cs. Y también a otros políticos con cargos importantes.