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Francesc-Marc Álvaro | DeLorean de Casado hacia 1976
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06 ene 2020 DeLorean de Casado hacia 1976

Tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena: la sociedad española no está tan crispada como indica la actitud incendiaria de las tres derechas en el Congreso y de buena parte de la prensa madrileña (esa que afirma que “antes que la verdad está la unidad de España”). La mala: Casado, Abascal y Arrimadas harán todo lo posible para instaurar un marco mental apocalíptico sobre el nuevo gobierno progresista, que –si no sucede algo raro– recibirá el aval parlamentario mañana martes. La política es un campeonato de percepciones, y las derechas, ayer, se dedicaron obsesivamente a pintar un paisaje tenebroso, con una actitud tabernaria, obstruccionista y sectaria que tuvo dos momentos especialmente ridículos: el de Suárez Illana (un pobre hombre) haciendo el numerito y recordándonos que no ha heredado ninguno de los méritos de su padre, y el de Arrimadas mostrando un cartel para desacreditar a la portavoz del PSOE, gesto que sólo hizo evidente su irrelevancia. Hay que agradecer la firmeza de Meritxell Batet.
 
Para los que tenemos unos cuantos años y memoria, la primera conclusión es tan triste como exacta: si la AP de Fraga hubiera actuado como lo hace el PP de hoy, la transición habría sido imposible. Habrían llevado a Adolfo Suárez a los tribunales por haber legalizado el Partido Comunista y haber firmado el decreto que hacía posible el retorno del president Tarradellas. El DeLorean DMC-12 que conduce Casado con la marquesa rabiosa de copiloto nos quiere llevar hasta 1976. Es un Back to the Future aliñado con el concurso de la caverna judicial y las proclamas del cardenal Cañizares, no vaya a ser que se pierda el regusto nacional-católico. El objetivo es reconfigurar la democracia a medida de su proyecto reaccionario y sus intereses, por eso califican de “ilegítimo” el acuerdo PSOE-Unidas Podemos.
 
Aunque el PSOE es un partido de Estado, lo que tenemos delante es un intento del Estado profundo de abortar el nacimiento del primer gobierno de coalición progresista. Y, como demuestra la lectura atenta de la historia, Catalunya es siempre el chivo expiatorio que justifica que los conservadores se conviertan en fascistas y que los fascistas desenfunden las pistolas (de momento, se conforman con encarcelar a todos los que no piensan como ellos).
 
La decisión de la JEC sobre el president Torra y Junqueras no es una casualidad y evidencia el grado de degradación de unos mecanismos destinados a garantizar el juego limpio. ERC no ha caído en la trampa y ha aguantado el tirón. El gobierno Sánchez-Iglesias deberá hacer frente a determinados entornos oficiales, sin perder tiempo. Es oportuno recordar que Narcís Serra dedicó mucho dinero público a jubilar a militares franquistas después del 23-F.

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