03 feb 2020 Fijar la pregunta
Los candidatos son muy importantes, por eso todo el mundo ha empezado a apostar sobre las caras que pronto competirán por la presidencia de la Generalitat. Pero todavía hay un elemento más sustancial que acertar con el cabeza de lista: dar con la pregunta adecuada y conseguir que esta quede fijada como la cuestión central de la campaña. Si consigues que tu pregunta articule todo el debate electoral, el resto de los partidos tendrá que bailar al son que tú marques.
En los comicios del 21 de diciembre del 2017, los que convocó Rajoy bajo el imperio del 155 y bajo el impacto de la DUI fake , la prisión y el exilio, el equipo de JxCat consiguió que su pregunta dominara todas las discusiones, con diferencia: ¿quiere que Carles Puigdemont sea restituido como president legítimo de Catalunya?
El éxito en las urnas del exalcalde de Girona fue contundente y rompió las expectativas de ERC, que no dio con una pregunta lo bastante potente para anular la de sus competidores habituales. Las bases independentistas, conmocionadas por los hechos de octubre, consideraron que el legitimismo era la batalla que había que librar para demostrar al Estado que el movimiento no estaba vencido. La pregunta de JxCat era la síntesis movilizadora de este legitimismo.
Si consigues que tu pregunta articule todo el debate electoral, los otros partidos bailarán al son que tú marques
La estrategia de JxCat descansaba en una premisa que era, como mínimo, incierta y discutible: “Si el president gana, volverá”. Se explica que su entorno de confianza exigió a Puigdemont –dudoso de emitir un mensaje que era engañoso– que se tirara a la piscina o algunos (algunas, mejor dicho) se bajarían del tren. Patapam. Los electores decidieron que confiaban en Puigdemont, aunque las condiciones objetivas ya mostraban que el retorno del dirigente posconvergente era más una aspiración voluntarista que un compromiso realizable.
¿Cuál es la pregunta que puede movilizar ahora a más votantes independentistas? Si salimos a la calle con ganas de escuchar y si ponemos distancia de unas redes sociales que ofrecen un espejo distorsionado del debate público (lo representan más polarizado de lo que es), nos daremos cuenta de que el clima político de hoy no es el de dos años atrás. Guste más o menos el Gobierno de coalición Sánchez-Iglesias, la salida del PP del poder ha traído aire fresco. Con todo, las inercias de una represión judicial que hace su camino por los senderos de la venganza más descarnada –como tristemente ha comprobado Jordi Cuixart– siguen enturbiando el horizonte y poniendo en riesgo todo intento de diálogo.
¿Repetirá JxCat el discurso legitimista o encontrará un nuevo mensaje al servicio de la táctica europea de Puigdemont, que es su principal activo, sea o no candidato? ¿Explotará ERC a fondo su nuevo pragmatismo con una pregunta clara que no quiera hacerse perdonar el aterrizaje en el realismo con ambigüedades dedicadas a los que ven traidores en cada esquina? Atención: el PSC seguro que pondrá encima de la mesa una pregunta muy sencilla: ¿quiere usted que funcione de verdad el Govern de Catalunya?