20 oct 2020 ¿No somos Samuel?
Estoy desconcertado y me pregunto si es que nos estamos acostumbrando al asesinato de ciudadanos franceses a manos del terrorismo islamista. Lo digo porque no veo que el ataque mortal contra el profesor Samuel Paty –decapitado el viernes ante la escuela de Conflans-Sainte-Honorine donde trabajaba– haya generado entre nosotros la ola de indignación y solidaridad que se produjo a raíz del atentado del 7 de enero del 2015 contra el semanario Charlie Hebdo, donde murieron doce personas y once resultaron heridas. No es un asunto de cantidad, claro. Tan escalofriante es el fanatismo criminal contra una docena de periodistas como lo es contra un maestro. Entonces, se puso de moda, también en nuestro país, el lema “Je suis Charlie”, un gesto de defensa de las libertades básicas contra un totalitarismo que utiliza la religión para amenazar abiertamente a la sociedad. Espero equivocarme, pero no detecto, de momento, muchas ganas, ni en Barcelona ni en Catalunya, de afirmar “Je suis Samuel”.
Si dijimos solemnemente que éramos Charlie Hebdo , ahora deberíamos ser también Samuel Paty, el docente que mostró una caricatura de Mahoma en una clase dedicada a explicar –triste ironía– la libertad de expresión. La libertad de hablar de todo no es exclusiva de los periodistas ni de los caricaturistas. Los maestros pueden y deben meter la realidad en las aulas, donde hay que adiestrar a las nuevas generaciones en la necesidad de comprender lo que pasa, de hacerse preguntas, de ejercer el espíritu crítico y de debatir –con respeto pero sin miedo– sobre todo lo que sea menester. Entre nosotros, también de vez en cuando, aparece algún grupo que pretende introducir la censura en las clases. El fanatismo tiene muchas modalidades. No obstante, y a pesar de algunas lamentables denuncias sin fundamento contra docentes utilizados como cabeza de turco, aquí vivimos –afortunadamente– una situación que no tiene nada que ver con el ambiente de varios barrios y ciudades de Francia, donde los partidarios del yihadismo son muy activos
Si dijimos que éramos ‘Charlie Hebdo’, ahora deberíamos ser también Samuel Paty
Cuando ocurren estas cosas, siempre hay alguien que, con la boca pequeña, suelta que el maestro decapitado quizá faltó al respeto a los alumnos de fe musulmana al mostrar la caricatura del profeta. Sería mejor –dicen– dar la clase sin dibujos. Es este un mal camino, porque –como ayer escribía el amigo Puigverd– la lista de potenciales ofendidos puede ser infinita, dentro y fuera de las aulas. Y porque pensar así nos deja bajo el capricho de la barbarie, y convierte a la víctima en culpable de su horrible asesinato.