02 nov 2020 Fantasmas casi federales
Debe ser cosa del día de Difuntos, de lo que también llamamos Halloween, nuestros hijos mandan: he visto el fantasma de Valentí Almirall bailando el trap de Lildami, lo juro: “ Ho porto a la sang, ben a dins, yeah , és com un trozo de ti”. El autor de Lo catalanisme se lo pasa pipa, está conectado con nuestro presente. Le llega el rumor de que el nuevo estado de alarma trae aires federalistas al Reino de España: “el Consejo Interterritorial de Salud –escribió Enric Juliana– se refuerza como eje federal. Puede que haya más concertación política, pero también habrá mucho más enfado en la sociedad”. ¿La pandemia abre la puerta de atrás de la España federal? Es una hipótesis de trabajo. Almirall vuelve del más allá. De momento, a Pere Aragonès le han puesto el traje de gobernador de California y ahora toca que todo el mundo reme en la misma dirección, porque la nave peligra. Socialicemos la mala leche ciudadana, fue la inspiración de Iván Redondo, que los autonómicos tengan su dosis de impopularidad. En las calles de Barcelona y otras ciudades, vuelven las bullas del siglo XIX. Almirall llega de entre los muertos en patinete. Estamos a cinco minutos de reeditar el cantonalismo, solo hay que ver el guiñol de Ayuso. “Ho porto a la sang, yeah”.
¿Momento federal, mal menor o trampa monumental? No lo sabe ni Redondo. Camina o revienta , las memorias de aquel gran personaje que fue El Lute. Pedro Sánchez es un gobernante que camina y un día es federal y otro puede ser sideral. Su plasticidad táctica es una buena noticia, aunque parezca un desastre: en el otro lado no hay nada, solo Casado, a quien regalamos la medalla de centrista del año por el mero hecho –bonito– de no querer suicidarse en directo el día que Vox monta su aquelarre en el Congreso. ¿Momento federal? Venga, nos lo vamos a creer. Las palabras crean realidad, sobre todo cuando esta es impredecible.
Pedro Sánchez es un gobernante que camina y un día es federal y otro puede ser sideral
Almirall se convirtió en el gran ideólogo del catalanismo moderno y progresista porque se decepcionó de la aplicación del federalismo. Lo que impulsa el catalanismo es –sobre todo– el fracaso de una España diferente, concretamente la de la Primera República, esa en la que intentaron gobernar dos catalanes, Estanislau Figueras (el hombre que dijo “estoy hasta los cojones de todos nosotros”) y Francesc Pi i Margall, excorreligionarios de Almirall. El profesor Jordi Casassas explica muy bien su papel: considerado un “recién llegado” por parte de los sectores más conservadores del regionalismo, Almirall consiguió “conectar la movilización intelectual de la Renaixença con los intereses de las élites en un momento especialmente tenso”.
¿Dónde está hoy el nuevo Almirall, el que sea capaz de hacer la operación inversa, para impulsar el momento federal en España? Hagan apuestas. Por cierto, nadie se acuerda de la conferencia que Pere Navarro dio el 16 de octubre del 2012 –cuando el procés despegaba– bajo un título claro: La solución federal. El entonces líder del PSC defendía, incluso, un referéndum a la escocesa. “ Ho porto a la sang, yeah ”. En la Moncloa quizá deberían leerse ese papel. Antes de que llegue la vacuna, claro.