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Francesc-Marc Álvaro | Carlos Carrizosa, vigilante del chiringuito
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12 feb 2021 Carlos Carrizosa, vigilante del chiringuito

Si se repasan los discursos, entrevistas y declaraciones de los dirigentes de Ciudadanos, damos con una palabra que ellos han elevado a la categoría de gran concepto político: chiringuito. Según el diccionario de la Real Academia Española, un chiringuito es un “quiosco o puesto de bebidas al aire libre”; en sentido figurado –que es el que utiliza el partido naranja– significa un negocio o similar de tipo irregular o dudoso. Carlos Carrizosa, cabeza de lista de Cs, tiene incontables intervenciones donde la tesis siempre es “eliminar los chiringuitos” del independentismo (antes del procés , eran los del nacionalismo catalán). Se ha ganado el cargo honorífico de vigilante oficial del chiringuito catalán, pero esta es una etiqueta con doble sentido: también describe el papel de este abogado penalista (con muchos años en el turno de oficio) como encargado del aparato de una formación que, a pesar de ser la más votada en los comicios de diciembre del 2017, es casi virtual: no se ha consolidado sobre el terreno, su presencia es irrelevante en los ayuntamientos, y no tiene ni un solo alcalde en toda Catalunya. Hay muchos tipos de chiringuitos, bajo varias banderas.
 
Todas las encuestas prevén que Cs sufrirá un fuerte retroceso el 14 de febrero. Estamos en un clima muy diferente al de la campaña de tres años atrás. En este contexto, el objetivo de Carrizosa es muy difícil: frenar la hemorragia de votos hacia el PSC y el PP, además de detener la huida de los electores más extremistas a Vox. La irrupción de los ultras descoloca al presidenciable de Cs, como se vio en el debate de TV3: los latigazos habituales de los naranjas contra el independentismo parecen suaves en comparación con los mensajes amenazadores y apocalípticos del emisario de Abascal. El vigilante del chiringuito se las ve y se las ­desea.
 

Detrás de la máscara agria de pitufo gruñón unionista, hay un tipo amable, simpático y con sentido del humor

 
Carrizosa entró en Cs cuando el proyecto arrancaba en el 2006. Se apuntó a la sectorial jurídica y trabó buena amistad con José María Espejo-Saavedra, ahora diputado en el Congreso y un señor tan moderado que siempre me ha parecido que se había equivocado de partido. Varias fuentes aseguran que Carrizosa –que no había militado nunca antes en ningún sitio– es el perfecto aparatchik, imprescindible en cualquier organización con aspiraciones. De total confianza de Rivera (“lo tenía muy idealizado”, dice un correligionario), cuando este se marcha a conquistar la Moncloa y da paso a Arrimadas, el infatigable Carrizosa se convierte en la mano derecha de la nueva líder aquí. Desde entonces, ejerce de hostigador de los independentistas, experto en montar broncas diarias en el Parlament. Una vez Arrimadas toma el puente aéreo, él consigue más protagonismo. Se convierte en cabeza de lista después de que la dirección se cargue a la candidata votada en primarias, Lorena Roldán, con quien la sintonía siempre fue pésima. Roldán ha fichado por el PP, y Ciudadanos ha demostrado que tiene los peores tics de la vieja política.
 
Todas las fuentes coinciden en un aspecto: detrás de la máscara agria de pitufo gruñón unionista, hay un tipo amable, simpático y con sentido del humor. Incluso es detallista y cariñoso. Es capaz de interpretar a José Luis Perales si está a gusto. Pero algunas voces también apuntan que “la polarización de los últimos años le ha cambiado el carácter, ha perdido flexibilidad”. Barcelonés de 1964 y del barrio de Les Corts, de niño miraba la teleserie Perry Mason , que le despertó la vocación de letrado. En eso le entiendo, a mí me pasó lo mismo con Lou Grant , serie sobre un periodista de Los Ángeles. La tele ha hecho mucho daño. Los cómics también son una manía que comparto con él, somos chavales de los sesenta. Carrizosa empezó a leer con El Capitán Trueno y también devoraba las aventuras de El Jabato o las de Mortadelo y Filemón . Su padre –que trabajó en los talleres de La Vanguardia , igual que su tío– le llevaba todos los tebeos cada domingo por la mañana, momento de gran felicidad. Hoy, pueden encontrar al candidato buscando ejemplares antiguos en el mercado dominical de Sant Antoni. La tinta le gusta: cuando era estudiante, trabajó en el negocio familiar, una pequeña imprenta. Hace unos meses, Vicent Sanchis –director de TV3, el medio que Cs ha convertido en obsesión– invitó a Carrizosa a su casa, para enseñarle su monumental colección de cómics. “Lo cortés no quita lo valiente”, diría Carrizosa.
 
Después de que su padre falleciera a causa de la covid, él también padeció la enfermedad. Ahora está en plena forma, luchando para evitar que las urnas conviertan su partido en un chiringuito invisible.

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