13 jun 2021 La rabia y la mayoría
El fracaso estrepitoso de la manifestación contra los indultos a los líderes independentistas celebrada el viernes en Barcelona nos regala la foto esperpéntica de unos políticos marginales y, afortunadamente, irrelevantes. En cambio, hoy, en Madrid, la concentración en la plaza Colón –que reunirá a mucha gente– hará visible una España de la rabia que tiene un número importante de seguidores, algo que debería preocupar a cualquier demócrata, vote el partido que vote.
El contraste entre los poquísimos participantes del acto de Barcelona y la multitud reunida en Madrid nos recuerda que, contra lo que algunos piensan, Catalunya es una nación, con un sistema de partidos y de referencias que no imita en miniatura ningún otro modelo. Cuando Cs, PP y Societat Civil Catalana protestan aquí contra los indultos, hacen evidente que la mayoría de la sociedad catalana no quiere la política de la rabia ni la venganza. Que los populares catalanes no hayan puesto en la calle casi ninguna mesa para pedir firmas contra los indultos ya lo dice todo: nadie quiere parecer más marciano de lo que es.
El carril mayor de Catalunya es el de la necesidad del diálogo
El carril mayor de Catalunya es el de la coincidencia en la necesidad de dialogar, negociar y encontrar soluciones al conflicto. Una condición previa imprescindible es que los líderes del procés salgan de la cárcel. Dentro de este consenso están todas las fuerzas independentistas, el PSC y los comunes. En las afueras, solo pululan como zombis el PP, Cs y Vox, tres derechas que compiten en esencialismo centralista y en exhibición de dureza punitiva. Pero la verdad es que los de Casado no pintan nada hoy en la política catalana y que el artefacto que lidera Arrimadas es un negocio en liquidación, en todo el Estado. Los grandes beneficiarios de esta gesticulación rabiosa son los ultras de Vox, que se permitieron el lujo de pasar de la manifestación de Barcelona.
La buena noticia es que, entre los catalanes, la política del resentimiento solo moviliza cuatro gatos. Contra los que repiten (por desinformación o mala fe) que Catalunya es un país fracturado, aparece el país real de una inmensa mayoría, unida en torno a la voluntad de diálogo.