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Francesc-Marc Álvaro | Vendedor de seguros en el alambre
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29 sep 2021 Vendedor de seguros en el alambre

Este es su primer debate de política general como president. Y le ha servido para demostrar tres cosas. Primera: marca la diferencia y controla el relato, lo cual significa que la única estrategia oficial de su Govern es la de negociar hasta el agotamiento, la misma de ERC. Segunda: transita por una calle muy ancha donde el independentismo tranquilo y un enfoque de centroizquierda sin sustos trata de conectar con mucha gente, incluidos votantes de Junts, de los comunes y del PSC. Y tercera: aparca la épica y avisa de que esto va para largo, que es una forma de poner la venda antes de la herida y de conjurar la prisa de los hiperventilados. Pere Aragonès es un vendedor de seguros del Maresme que camina por el alambre (no a la ampliación de El Prat y sí a los JJ.OO. de invierno) con un aplomo funcionarial que le permite llegar a todos los públicos sin entusiasmar a ninguno.
 

El president es un gestor de transición al que encargan una tarea casi imposible

 
Dado que la política catalana está sometida a constantes pruebas de estrés, el estilo diésel de Aragonès parece pensado para diluir este marco y generar la ilusión de una normalidad inexistente, que limita al sur con la nostalgia por el 1 de octubre y al norte con la promesa de un referéndum a la escocesa que el PSOE niega y que ERC vende como el resultado inevitable de aferrarse a la mesa de diálogo, caiga quien caiga. Tal vez el mayor mérito del hombre al que Junqueras ungió es representar sin aspavientos y sin subrayados la figura incómoda del líder que podría convertirse en el héroe de la retirada, a condición de que no lleve esta etiqueta y obtenga de Madrid algo que permita afirmar que la consulta pactada está en el congelador, no en el cubo de la basura.
 
Si Junqueras y Puigdemont han devenido los liderazgos carismáticos de un procés que colapsó, Aragonès es un gestor de transición al que encargan una tarea casi imposible: mantener el discurso sobre el objetivo final a la vez que aplica una nueva estrategia que –doble salto mortal– debe contar con el concurso de aquellos que son reacios a revisar lo que se hizo en octubre del 2017. Todo eso debe hacerlo sin volar los puentes con el Gabinete de Sánchez y sin chocar demasiado con unas élites barcelonesas que ruegan a diario para que ERC acabe siendo como el PNV. Ayer, Aragonès marcó distancias respecto a Junts y la CUP.
 
Hoy veremos al Aragonès de las réplicas, más efectivo. También sabremos qué nivel de desacuerdo verbaliza Junts para contentar a su parroquia sin romper el juguete. Y será el momento de comprobar si hay posibilidades de colaboración del Govern con los comunes y los socialistas en la agenda social y de reconstrucción pospandémica.

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