14 feb 2022 Espacios y valentías
En política, no todo lo que se parece puede sumarse. Porque, a veces, lo más semejante acaba restando. Si el arte de lo posible fuera como las matemáticas, no sería un empeño marcado por ese hilo trágico que obliga a escoger, a menudo, el mal menor. Lo contrario de la fragmentación ideológica no es la concentración de minifundios extraviados, es la síntesis afinada de proyectos, una empresa sometida inevitablemente a la valía de los liderazgos. Hablemos sin ambages: no suma el que quiere, sino el que puede. Eva Parera –que fue senadora por CiU, pasó por Units per Avançar, formó parte del equipo de Manuel Valls y ahora es diputada independiente por el PP– se ha puesto al frente de Valents, nueva marca que pretende reagrupar al centroderecha catalán no nacionalista, pero sin depender de ningún gran partido político de Madrid. ¿Hay espacio para algo así?
Hay –eso sí– una intuición: si los populares están menguando en Catalunya y Cs está a punto de bajar la persiana, los de Parera (que cuenta con varios exmilitantes del partido de Arrimadas) apuestan por convertirse en el voto refugio de un segmento de población de derechas que, claramente alérgico al independentismo, no quiere darle la papeleta a Vox. ¿De cuántos votantes estamos hablando? Dado que las siglas de Casado han quedado atrapadas en la agenda radical de los de Abascal y dado que los naranjas practican una oposición agreste en el Parlament, lo que vende Valents es un producto que, tal vez, nadie está esperando. Para moderación, mirando al centroizquierda, ya está el PSC de Illa. El elector de derechas parece satisfecho con el choque, así lo indica la irrupción espectacular de los ultras en la Cámara del parque de la Ciutadella.
La voladura del mapa tradicional de partidos catalanes ha creado algunas ilusiones
Un constitucionalismo catalán de derechas que no sea sucursalista (Parera insiste en que su proyecto no deberá consultar a Madrid lo que se decide aquí) y muestre la bandera de una supuesta moderación tiene más de espejismo que de realidad. Invocar como eventual referente la Unión del Pueblo Navarro (un peculiar regionalismo siempre orbitando alrededor del PP, como se ha visto de nuevo en el Congreso con la reforma laboral) es algo muy trillado, ya tuvieron ese sueño húmedo algunos de los que aconsejaban a Josep Antoni Duran Lleida que rompiera con la Convergència de Pujol y Artur Mas para volar solito en pos de no se sabe muy bien qué. Con otros mimbres, Josep Piqué ensayó (sin mucha colaboración de los suyos) esta cuadratura del círculo cuando, tras fichar como ministro independiente de Aznar, le tocó ponerse al frente del PP de Catalunya y hacerlo menos raro.
La voladura del mapa tradicional de partidos catalanes ha creado algunas ilusiones. Se hacen sumas apresuradas que tratan de crear espacios, pero (como enseña la fábula de Valls) conviene no confundir el deseo con la realidad. Ni el entusiasmo con la valentía.