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Francesc-Marc Álvaro | Lo que no se dice
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02 may 2022 Lo que no se dice

El margen, en cada crónica se habla del margen. Me refiero al “margen de maniobra” que tienen unos y otros para recomponer las relaciones estropeadas entre el Gobierno y ERC. Los republicanos votaron el jueves en contra del decreto anticrisis de Sánchez, que prosperó porque los vascos –también EH Bildu– se mantuvieron dentro de la mayoría gubernamental. Las palabras de la ministra Robles en sede parlamentaria –que justificaban un espionaje que no confirmaba ni desmentía– redujeron considerablemente el margen –otra vez el margen– de actuación de los de Junqueras, como anunció el president Aragonès, poco rato después de que la titular de Defensa rompiera el guion escrito por la Moncloa para afrontar este escándalo. ERC espera un gesto importante de Sánchez para volver al bloque de la gobernabilidad, pero el margen –ay– del líder socialista se ha empequeñecido después de que los medios de la derecha hayan entronizado a Robles como campeona sacrosanta de la razón de Estado desacomplejada.
 
De todo este cuadro hay algo que no se dice: si los republicanos no obtienen una respuesta lo bastante satisfactoria del Gabinete PSOE-Podemos y deciden salir definitivamente de la actual mayoría parlamentaria en Madrid, quedarán en tierra de nadie. ¿Por qué? Muy sencillo: deberán admitir el fracaso de su vía posibilista pero no podrán regresar a los postulados de la vía unilateral y la confrontación con el Estado, que es la que Junts ha convertido en bandera, precisamente para diferenciarse de sus socios en el Govern y rivales en las urnas. Además, ERC no podrá volver a abrazar la estrategia de la desobediencia, la agitación y el desbordamiento en la calle porque, a pesar de la congelación de la mesa de diálogo y el Catalangate, las condiciones objetivas para el independentismo no han cambiado sustancialmente desde la llegada de Aragonès a la presidencia.
 

Si ERC decide salir de la mayoría parlamentaria en Madrid quedará en tierra de nadie

 
La sociedad catalana –incluidas las bases del movimiento independentista– está centrada en los problemas que se derivan de la crisis pospandémica y el impacto económico de la guerra en Ucrania. Si hablan ustedes con alcaldes y concejales, sabrán que, a día de hoy, el ambiente no es propicio para repetir las grandes movilizaciones que desembocaron en el 1 de Octubre del 2017. Si bien el escándalo del espionaje da alas a los que nunca confiaron en la vía de la negociación, también parece improbable que provoque una ola de protestas similar a la que tuvo lugar a raíz de la sentencia del juicio en el Supremo. El pulso entre los maestros y el Govern indica que el foco ha cambiado, también para muchos votantes de partidos independentistas.
 
Aragonès y Sánchez todavía se necesitan. ¿Cómo pueden ensanchar el respectivo margen de maniobra? Aquí entra la imaginación política. Y eso –en la Moncloa deben saberlo– no es lo mismo que un trágala recubierto con mecánicas apelaciones al “reencuentro”.

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