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Francesc-Marc Álvaro | Ni el «no» els calma
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22 sep 2014 Ni el «no» els calma

Después de saberse el resultado del referéndum de Escocia, pudimos disfrutar aquí de dos modelos de político para el siglo XXI. Por una parte, Rajoy en formato videomensaje, sin posibilidad de preguntas, como siempre. De la otra, Mas ofreciendo una larga rueda de prensa, abierto a cualquier cuestión y en catalán, castellano, inglés y francés. El primero, un empleado del sistema con miedo, inseguro, escondido tras la Constitución y las pantallas de plasma, rodeado de abogados del Estado. El segundo, un dirigente político que combina coraje y prudencia, que ha asumido un compromiso complicado, y que conecta con un concepto clave de nuestros tiempos: no se puede gobernar sin dar la palabra a la ciudadanía. Si yo me sintiera español, no estaría nada orgulloso del personaje que vive en la Moncloa.

Dicho esto, es fascinante comprobar como la clara y respetable victoria del no en el admirable referéndum escocés es adoptada con entusiasmo por los que, en Catalunya y Madrid, se niegan a permitir que los catalanes voten si quieren seguir o no formando parte del Reino de España. Si estás en contra de consultar a la gente, no puedes hablar sobre lo que la gente elige. Los unionistas de aquí todavía no han entendido que antes de todo hay que ser demócrata, por eso ahora ya hay más de un opinador del inmovilismo que repite que los referéndums son «un mal método» o «formas rudimentarias», un camino peligroso que, si no frenan a tiempo, les hará redescubrir las bondades de la «democracia orgánica». Todo el mundo sabe que arrimados a la literalidad de las leyes no se hace política. Como sabe que pedir la dimisión de Mas porque lo ha hecho Salmond es absurdo. Aquí todavía estamos reclamando poder votar.

Algunos están muy nerviosos aunque públicamente hagan suyo el no escocés, lo cual confirma que el ejemplo británico de resolver un gran problema ilumina y seguirá iluminando poderosamente el caso catalán. Y es en este punto metodológico donde Rajoy, el PP, el PSOE y sus altavoces están en falso y lo saben: no es político, ni racional, ni congruente defender al mismo tiempo el no a la independencia de Catalunya y el no a una consulta. ¿Cuál es la explicación de esto? Rajoy sabe que, si se autorizan las urnas, y a pesar de los recursos del Estado y el alto número de indecisos, no podría asegurar que el soberanismo no obtenga el 51% o más. Pánico. En el Gobierno no se creen ni de lejos que la supuesta ley del quebequés Dion -todo referéndum en una democracia bien establecida se resuelve en contra de la secesión- pueda aplicarse también a Catalunya. Sobre todo porque el trato que los poderes canadienses y británicos dan a Quebec y a Escocia, respectivamente, es inteligente, y no se basa en las amenazas, las prohibiciones, los insultos y los menosprecios que el Madrid oficial exhibe para combatir el proceso catalán.

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