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Francesc-Marc Álvaro | Un polític agut
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03 oct 2014 Un polític agut

Pedro Sánchez nos dará grandes tardes y, además, va camino de superar a Zapatero en las artes combinadas de la ocurrencia y la demagogia. Su propuesta -la última- de realizar funerales de Estado para las víctimas de la llamada violencia de género (con presencia del presidente del Gobierno) tiene todo el tufo de los laboratorios de la tontería que quieren combatir el populismo de Podemos con el populismo de -digamos- Aguantemos. La esperanza blanca del socialismo llevará esta parida al Congreso -ha dicho- las próximas semanas. No añadiré nada más a lo que ha escrito al respecto, de manera clara y contundente, la colega Susana Quadrado, que ha resumido muy bien la operación del líder del PSOE: «Y eso ha sido lo que se ha entendido que quiere hacer usted, señor candidato in péctore: hacerse la foto junto al féretro a ver si así se nota su sentido y sensibilidad».

Me imagino las reuniones del amigo Sánchez con sus spin doctors -a ver, Toni Aira, si pagan a algunos menos malos-, encerrados un montón de horas para encontrar qué pueden decir que levante la moral de la buena gente que un día votó PSOE y que ahora duda entre la abstención, Pablo Iglesias u otras ofertas. Si fuera más joven, llamaría a Ferraz con algunas ideas que -me parece- serían un poco mejores que las que últimamente está soltando el de la camisa blanca. «España, camisa blanca de mi esperanza», cantaba Ana Belén.

Dicho esto, se constatan dos cosas. Primera: la izquierda oficial española parece que está gastando todas las energías intelectuales en combatir la terrible amenaza soberanista y en suministrar argumentos bonitos sobre la cuestión a la derecha (lean atentamente las citas de los papeles de guerra de la FAES y tendrán sorpresas), en vez de ocuparse de repensar cuál es su mensaje y su promesa a los ciudadanos. Segunda: el nivel de los cocineros de propuestas de la socialdemocracia española es tan descriptible como el de la derecha, representada por figuras tan brillantes como Wert, Montoro, el caído Gallardón, el transmigrado Cañete, o el sensacional presidente de Extremadura, José Antonio Monago, que ha decidido dar 300 euros anuales a todas las mujeres de más de 75 años de su región que «vivieron la guerra y la posguerra y que, con su esfuerzo y sacrificio, hicieron posible la democracia y la Extremadura de hoy». No descartemos que Sánchez haga suya esta medida, si acaba llegando a la Moncloa.

Sánchez llama a los programas del corazón, busca el voto femenino pensando que las mujeres son imbéciles y se disfraza de actor de series madrileñas. Hace reír pensar que, antaño, el fallecido Boyer era mirado con malos ojos por ser la derecha del PSOE. Hoy, el líder del PSOE no es de derechas ni de izquierdas sino un opni que, a imitación de Albert Rivera, telepredica baratijas a ver si cuela.

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