16 feb 2015 No és batussa ritual
Los conflictos internos de las organizaciones políticas, tanto si hablamos del PSOE como de CiU, no interesan a la mayoría. Es normal. Con todo, las peleas entre dirigentes y familias políticas merecen la atención del periodismo porque, a corto o largo plazo, pueden tener una repercusión en el conjunto de la sociedad y en el reparto del poder. En Catalunya, las tiranteces cíclicas entre los dos partidos que integran la federación de CiU han formado parte del paisaje desde hace décadas, sin que nunca nadie pensara en romper. Eran reyertas controladas. Todo tenía un aire de ritual. Ahora, las cosas han cambiado. Porque CDC ha pasado del autonomismo al independentismo mientras Unió no se ha movido.
La votación diferente de los diputados convergentes y democristianos en el Congreso sobre la tramitación del acuerdo PP-PSOE sobre el terrorismo yihadista (que incluye muchos elementos que cuestionan libertades fundamentales) ha provocado una pequeña tormenta. Duran i Lleida se ha sentido desautorizado mientras la dirección convergente ha antepuesto la salvaguardia del president Mas, que podría ser víctima futura del peculiar concepto de terrorismo que describe este pacto. Hemos empezado a notar que la diferencia de fondo sobre la cuestión nacional entre Unió y CDC tiene y tendrá efectos sobre el papel de CiU en las Cortes. ¿Podía ser de otra forma?
El contexto ha cambiado de manera acelerada y profunda desde el 2010 y, sobre todo, desde el 2012. Muchos votantes de CiU no comprendían que los diputados de la federación en Madrid actuaran a la manera de siempre, como si no hubiera una querella impulsada por el Gobierno Rajoy contra el president Mas, la vicepresidenta Ortega (de Unió, por cierto) y la consellera Rigau. Como si los ministros Montoro, Margallo, Fernández Díaz o Wert trataran el Govern con respeto y simpatía. Como si la maquinaria del Estado no trabajara cada día para frenar y desacreditar el movimiento soberanista, del cual forma parte CDC. Muchos votantes de CiU celebraron que los diputados convergentes se desmarcaran de un acuerdo que no está pensado sólo contra el terrorismo islamista.
Antes del 27 de septiembre, Unió tendrá que decidir si se mantiene en la vía autonomista o imita a CDC y abraza la independencia. Entonces se verá si todos los militantes democristianos piensan como Duran. Mientras, CiU va a las municipales como si no pasara nada. Mas y la cúpula convergente -de acuerdo con unas bases movilizadas- han evolucionado en la misma dirección que lo ha hecho una parte importante de la sociedad. Sin la conversión al soberanismo del bloque moderado convergente la idea de la independencia no sería un proyecto posible. Duran, en cambio, apuesta por seguir esperando la tercera vía de Madrid mientras intenta reagrupar a los moderados reacios a la estelada, objetivo también de Iceta.