06 mar 2015 Ser dels bons
No soy partidario de subrayar cada día las debilidades y contradicciones de Podemos, aunque ellos basan su propaganda en rastrear obsesivamente las debilidades y contradicciones de los que consideran casta (casi todo el mundo menos ellos). No lo hago por la misma regla personal que no hablo cada día de los tics autoritarios del PP, del vacío retórico del PSOE o de las discrepancias insalvables entre Duran Lleida y Artur Mas. Una vez se ha detectado un fenómeno, está de más mojar pan en ello de manera mecánica. Se puede aburrir al lector y se acaba aburriendo también quien escribe. Pero hay casos y casos. Y algunas novedades piden la excepción de un comentario. No porque la protagonista de la noticia a la que me referiré sea una de las caras dirigentes de Podemos, sino porque esta señora se ha dedicado desde hace tiempo (antes de la aparición del partido de Iglesias) a dar solemnes lecciones de ética y a repartir carnets de coherencia política en tertulias y artículos. Hablo de Gemma Galdón.
Uno de los males de la vieja política es la distancia entre lo que dicen y lo que hacen algunos de los que nos gobiernan y representan. Y en eso han caído todo tipo de personajes, de derechas y de izquierdas, centralistas y catalanistas, de aquí y de allí. A raíz de hacer públicos sus bienes, hemos sabido que Galdón hace una cosa mientras predica otra. Agustí Colomines y Andreu Barnils han explicado, en sendos artículos, las diversas y acusadas contradicciones entre la vida profesional de esta ciudadana y su actuación política. Más allá de los Pujol Ferrusola también hay cosas que no acaban de entenderse. Por ejemplo, que una académica que se proclama «precaria» haya ganado 10.000 euros gracias a los rendimientos de activos financieros. La cosa no tendría recorrido si no fuera que Galdón y sus correligionarios basan toda la fuerza de su oferta electoral en prometer un mundo ideal de pureza absoluta administrado por vírgenes vestales que, lejos de cualquier debilidad y de todos los intereses espurios, decidirán todas las políticas con una pulcritud ejemplar que responderá de manera inexorable al interés general. Siempre son los otros los vendidos, los corruptos y los hipócritas.
En el mundo de Podemos, siempre están los buenos y los malos, aunque -a veces- hacen excepciones, como cuando hablan elogiosamente de algunos banqueros. Si formas parte de los buenos, tienes carta blanca, he ahí el escudo protector de la camarada Galdón. Eso te permite, por ejemplo, decir graves mentiras sobre el presidente de tu país desde una tertulia de radio y no disculparte ni cuando te desmienten. Si eres del equipo oficial de los buenos, puedes ser impostora con total tranquilidad, porque las críticas que recibas formarán parte de una conspiración de los malos, que quieren expulsarte del terreno de juego.