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Francesc-Marc Álvaro | El preu de la unitat
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13 jul 2015 El preu de la unitat

El resumen, sin eufemismos, está muy claro: si quieren la unidad, el precio a pagar es la exclusión de Mas. Más cínico y, por lo tanto, más descarnado todavía: si el president quiere de verdad la independencia, que dé un paso atrás y después ya le llamaremos. Con el menosprecio añadido de tratar al líder internacional del proceso como un simple fusible, una actitud parecida a la que contenía aquella ocurrencia que formularon dirigentes republicanos hace meses: “aunque ganemos, ofreceremos a Mas la presidencia”. Si lo viéramos en otro país, diríamos que se trata de un cuadro tan delirante que parece inspirado por los servicios secretos del Estado que quiere impedir la secesión. Mas tiene parte de culpa en ello: él mismo ofreció la posibilidad de no estar en las listas, seguramente pensando que somos un país menos rarito de lo que somos.

Cuando Mas reabrió el asunto de la lista unitaria desde Molins de Rei, pensé que era un movimiento prescindible, considerando la rigidez del entorno de Junqueras, pero también vi –y lo escribí- que aquella idea tenía una virtud: quería dejar las cosas claras antes del 27-S, sobre todo cuando todos los sondeos (y las municipales) rompían el mito de que tres listas eran la mejor fórmula para ganar. La obsesión del president era y es conseguir una mayoría soberanista incontestable. Mas ha defendido eso siempre: con encuestas muy desfavorables para CiU y con encuestas que –como ahora- dan a CDC el primer lugar. La conversión milagrosa de los gurús demoscópicos de ERC a la lista unitaria, en cambio, parece inspirada por unas expectativas a la baja que tienen poco que ver con el éxito de las europeas,

La última propuesta del líder convergente consigue que se vuelva a hablar de lo que la base del movimiento soberanista –libre de tacticismos- siempre ha querido: la máxima unidad operativa para abordar con éxito el 27-S. Una unidad –subrayo- que nunca ha puesto como condición excluir a los principales políticos.

Con todo, la gran virtud del nuevo llamamiento de Mas a la unidad es provocar que aflore lo que era un secreto a voces: el president que da la cara por el proceso y que podría ser inhabilitado es un estorbo para la dirección de ERC, que transforma en hecho probado un prejuicio sin cuantificar y, además, le da categoría de veto: “la presencia de Mas hará que mucha gente de izquierdas no vote la lista”. Últimamente, en coincidencia con la CUP, Junqueras ha sofisticado el argumento: “debemos hacer un plebiscito sobre la independencia, no sobre los políticos”. ¿Por qué no se piensa nunca que la exclusión de Mas haría que muchos votantes perdieran la confianza en el proyecto independentista? Eso también está ahí, se lo aseguro. Dejémonos de cuentos, la última encuesta de este diario lo confirma: sólo una clara unidad, sin exclusiones, hace probable lo que Madrid cree imposible.

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