27 sep 2015 Por contra il.lusió
Llegamos a la hora de la verdad como empezamos: una batalla del miedo contra la ilusión. Los partidarios de una Catalunya dentro de España no han querido o sabido ofrecer un proyecto estimulante alternativo a un Estado catalán independiente. El soberanismo ha conseguido que las elecciones sean excepcionales también para los unionistas y ha partido de una movilización alta.
No obstante, todo está muy abierto y al favorito en las encuestas no le basta con ganar. Junts pel Sí necesita una mayoría lo más amplia posible y, sobre todo, no depender de la CUP para asegurar la gobernabilidad. Un exceso de confianza puede restar a la lista de Romeva unos puntos imprescindibles para garantizar que el mandato democrático se aplique sin más sorpresas de la cuenta y se entienda en todas partes.
Se ha puesto en evidencia la poca cultura democrática de ciertos sectores políticos, económicos y mediáticos de Madrid y de algunos de Barcelona con una mentalidad que -sumándome a las metáforas del ministro de Exteriores- cabe calificar de colonial. Por cierto, el debate Margallo-Junqueras ha sido la excepción: ni los poderes del Estado ni los unionistas han querido contrastar argumentos. Han preferido el juego sucio: difundir consignas apocalípticas, presentar al adversario como un golpista totalitario y atizar el odio contra Mas. Para los líderes del nacionalismo español -Rajoy, Sánchez e Iglesias- ha sido un calentamiento y la prueba de que, de Catalunya, ellos sólo escuchan a quien les dice lo que quieren oír.