11 mar 2016 M’estimes, Periscope?
Hacerse mayor es ir siempre por detrás de los inventos. Después de que Gerard Piqué me descubriera la cosa del Periscope, me di cuenta de que mis hijos lo tenían controlado desde hacía días, claro. Envejecer es llegar tarde a las novedades. Ahora ya sé qué sentía mi madre cuando me veía programar el vídeo doméstico. El futbolista culé hizo un gran anuncio global de esta nueva aplicación para móviles y mucha gente –yo entre ellos– ha corrido a bajársela, movidos por aquella curiosidad infantil que despierta toda golosina tecnológica. Obviamente, en el caso del vídeo de Piqué, el medio es el mensaje, y nada más, como decía el sabio McLuhan, que fliparía a tope si resucitara.
Confieso que dispongo de Periscope pero todavía no he pasado a la fase activa; quiero decir que, de momento, me he limitado a mirar los vídeos de otros. Por ejemplo, me sorprendí cuando vi al buen amigo y escritor Màrius Serra –compañero en estas páginas– que hacía su primer Periscope desde el coche (¡estacionado, ei!), con su habitual desenvoltura. Y también me hizo gracia comprobar que el apreciado colega Tian Riba se estrenaba con Periscope desde la sala de invitados de TV3, mostrando al mundo los momentos previos al programa donde aparece cada tarde. Yo todavía no me he atrevido al bautizo en Periscope, tengo muchas dudas. Agradeceré los consejos de los lectores en este sentido, reconozco mi desorientación sobre el cómo y el porqué de la nueva maravilla.
No he querido perder mucho tiempo buscando en los vídeos de Periscope, pero –por lo que he visto– he encontrado un exceso de momentos banales sin ningún interés, como la pieza de un chico de Puebla de Zaragoza (México), que nos explica que está cocinando unos huevos fritos para desayunar, después de pasar por el gimnasio. El chico nos enseña la cocina y el salón de su casa, incluso el interior de la nevera, un paisaje verdaderamente atractivo; antes de despedirse, nos invita a visitarle. ¿Periscope servirá para convertir en espectáculo la cosa más ordinaria y habitual? No hace falta hacer preceptiva, la práctica nos ha superado mil veces. Si tienes culo y Periscope, acabarás enseñando el culo en Periscope, es la primera ley de las redes sociales. ¿Cómo utiliza la mayoría de la gente Facebook? Transforma cualquier situación privada en un acontecimiento y pregunta si la función te gusta. Ahora saco a pasear al perro, ahora me tomo un café. El gran teatro de la nada. Es el mundo que nos hemos dado, incluida la moralina de Mark Zuckerberg. No me me quejo, sólo constato.
Para ser justo, debo añadir que, al lado de la tira de vídeos sin ton ni son, en Periscope también he encontrado cosas que pueden tener valor documental. Tesoros en medio de toneladas de alfalfa vicarial. De momento, sólo miro. Quizás algún día me sume al ruido.