01 may 2017 Vaga general amb estelada?
Evidencia uno: nadie sabe cómo acabará el proceso catalán. Evidencia dos: el referéndum es el objetivo pero no hay un consenso sobre qué hacer si resulta imposible. Evidencia tres: el miedo a decepcionar las bases independentistas impide cualquier decisión no prevista en la hoja de ruta. Y evidencia cuatro: todos los actores políticos concernidos piensan en la calle como último recurso ante un bloqueo, pero no todos hablan de lo mismo. Así las cosas, el debate sobre cómo debe utilizarse la calle –llegado el momento– se vuelve más importante de lo que parece. El éxito de las grandes manifestaciones de los últimos 11 de Setembre condiciona todos los planteamientos. Pero todo el mundo sabe que, ante la prohibición efectiva de celebrar un referéndum, las movilizaciones no podrían seguir el esquema festivo conocido, aunque sigan siendo completamente pacíficas.
El presidente de la ANC, Jordi Sànchez, hizo el sábado un llamamiento a la movilización permanente y es sabido que la entidad soberanista ha planificado protestas en caso de que el Parlament y el Govern se vean atados por Madrid para impulsar la consulta. Por otra parte, la diputada Mireia Vehí, de la CUP, ha expresado recientemente ante la Cámara catalana que una huelga general “es una de las movilizaciones imprescindibles que necesitamos a las puertas de la república”, una idea que Anna Gabriel también anunció el pasado septiembre si se dan “escenarios represivos”. La CUP no ha escondido nunca sus preferencias. En cambio, las direcciones del PDECat y de ERC prevén que la calle será el último escenario del proceso pero no son proclives a una huelga general, por dos motivos: saben que sería difícil de llevar a cabo, dado que no es probable que se sumen a ella los grandes sindicatos, y es algo que podría girarse contra el relato independentista, lo cual daría alas al Gobierno español.
Oriol Junqueras, que en el 2013 desde Bruselas habló de la posibilidad de parar la economía catalana durante una semana, se muestra ahora muy prudente desde el cargo de vicepresidente y evita cualquier comentario que introduzca más incertidumbre. Marta Pascal, coordinadora general del PDECat, emite un discurso parecido en este asunto. Mientras, en el Govern, Puigdemont aparece como el más favorable al protagonismo de la calle, extremo que muchos consellers observan con menos entusiasmo, lo cual confirma que el president tiene una agenda propia, con acentos no compartidos por su partido ni por los republicanos. Lo más sorprendente es la posición actual de Artur Mas, paradójicamente coincidente con la de la CUP. El expresident ha hecho saber a varios interlocutores que la única manera de presionar a Madrid sería prolongar las protestas en la calle e intentar –si hace falta– una huelga general. El proceso genera coincidencias absolutamente insólitas. Pronto sabremos qué estratega manda más.