03 nov 2011 Sense emoció
Mientras todo el mundo busca emociones que llenen la vida cotidiana aunque sea con sensaciones de todo a cien, los políticos que aspiran a dirigir el gobierno de España están condenados a competir ahora en una carrera sin ningún tipo interés. Se da por hecho –las encuestas lo reiteran– que el PP ganará la partida y que el PSOE deberá resignarse a la travesía del desierto. ¿Qué gracia, verdad? Entonces, para no morir de aburrimiento, especulamos sobre si la victoria de Rajoy será importante o muy importante, o sobre si la depresión en la calle Ferraz será galopante o de caballo. Una campaña tan sosa transforma el juego democrático en algo tan apasionante como esperar que el semáforo cambie de color.
En Catalunya, sin embargo, tenemos motivos para la conversación, cuando menos. Aquí, los socialistas defenderán con uñas y dientes la primera posición frente a los populares, y los de CiU harán todo lo que puedan para evitar quedar terceros. Si esto cansa, también se puede charlar sobre futuros ministros indígenas, entretenimiento que hace las delicias de nuestros próceres, fascinados todavía por la figura decimonónica del ministro catalán, una fábula tan extraordinaria que supera la de los Reyes Magos.
¿Cómo se hace para pedir el voto cuando todo el pescado está vendido y los actos que protagonizas como candidato recuerdan cualquier episodio de la teleserie The Walking Dead, la de zombis? Sin intriga narrativa, ni el poder de unos ni el desierto de los otros causa mucha impresión.