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Francesc-Marc Álvaro | Xoc de trens?
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23 abr 2012 Xoc de trens?

Se habla mucho, en los últimos tiempos, de la posibilidad de un choque de trenes entre el Gobierno central y el Govern de la Generalitat, el escenario de la crisis y las políticas de Rajoy en relación con las autonomías abonan esta hipótesis. La metáfora del choque de trenes -como sabe todo el mundo- sugiere que se llegará a un punto en que los gobernantes de Catalunya, paralizados por la falta de recursos, no aceptarán el dictado de Madrid y el conflicto de baja intensidad que diariamente se enfría en los conductos institucionales ordinarios pasará a ser algo muy diferente. ¿Es exagerado pensar en el choque de trenes?

Artur Mas no es un aventurero ni un frívolo y, por lo tanto, cuesta imaginar que desee tensar la cuerda, pero tampoco es un gobernante miedoso. Al contrario, Mas es un político responsable a quien irrita profundamente la irresponsabilidad y, sobre todo, el engaño y el incumplimiento de los compromisos. Mas, que respetaba a Rajoy hasta hace unos meses, ya se ha dado cuenta de la grave tendencia escapista de su interlocutor. La falta de consistencia que hacía de Zapatero un verdadero tahúr es ahora un atributo que aplasta también la figura del líder del PP.

El Gobierno central sí ha decidido tensar la cuerda con las autonomías y especialmente con Catalunya. El objetivo es alejar las protestas ciudadanas de Madrid, que sea cada presidente autonómico y cada alcalde quien dé la cara. Hace falta pensar que algún asesor (Arriola u otros) ya ha calculado los beneficios y costes posibles de esta estrategia, dentro de la cual se incluye intervenir las comunidades que están al borde del abismo, extremo que, de paso, proyectaría la estampita de un Rajoy que salva los trastos y aparece ante Europa como el hombre de Estado que querría ser.

¿Hay algo peor que el choque de trenes? Sí, que los trenes se detengan dentro de un túnel oscuro y negro, y entonces empiece a faltar el aire y los alimentos para los pasajeros, mientras nadie informa, y todo el mundo se pone muy nervioso. Catalunya necesita -es un pequeño ejemplo- 1.984 millones de euros para pagar las deudas de la Generalitat con sus proveedores hasta el pasado 1 de enero. Pero eso no es lo peor. La inversión del Estado en Catalunya ha bajado un 45%, a la vez que el dinero correspondiente a la disposición adicional tercera del Estatut es un mito. Después de los nuevos recortes anunciados por Rajoy en sanidad y educación, los presupuestos de la Generalitat son literatura de ficción y tampoco sería extraño que los enfermos catalanes -fieles a la tradición- acabaran pagando más que el resto.

El día glorioso que el conseller Mas-Colell vuelva a mendigar un crédito a un banco para pagar el sueldo de los funcionarios quizás el tren ya habrá descarrilado. Y sin haber chocado con nada.

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