21 nov 2012 Fidel al PSC
Dice que a Pere Navarro no lo votaría nunca pero, en cambio, quiere demasiado unas siglas que están ligadas a su vida. Sobre todo ahora, cuando todas las encuestas anuncian un batacazo histórico y doloroso para el socialismo catalán. Lo hace por fidelidad a Joan Reventós, Marta Mata, Pep Jai, Raimon Obiols, y todos los compañeros que se inventaron un proyecto, que empezó con el Moviment Socialista de Catalunya, els músics, buena gente, que venía de la larga posguerra. Y también por fidelidad a aquel pacto con el PSOE cuando estrenábamos la democracia y había que unir fuerzas, contra muchas opiniones que exigían un socialismo autóctono y alejado de González. ¡Por suerte, hubo criterio! Una idea le obsesiona y la repite: se habla mucho del derecho a decidir pero no se ha reconocido el papel del prohombre catalán que, en democracia, ha llegado más arriba en el Gobierno de España: Narcís Serra. Hizo mucho por modernizar este solar de locos.
«Volveré a votar PSC, como he hecho siempre, sin negar que lo estamos haciendo muy mal». Esta es su oración, mientras observa con airada resignación cómo los acontecimientos van devorando la historia y las sombras de la actualidad fecundan lo que él denomina «el camino que nadie sabe adónde va». Para un socialista catalán de primera hora, veterano de un partido que lo tuvo todo bien controlado hasta hace cuatro días, el momento no es triste, es de rabia contenida. Pero se trata de una rabia que no sabe muy bien contra qué o contra quien debería vehicular. «El fuego amigo es siempre el peor», sentencia mientras acaricia a su perro.
Estos comicios son los de los indecisos -menos que hace dos semanas- y los de quienes cambiarán de opción por esto o aquello. En este ambiente de tanta fluidez, los que deciden seguir apoyando a unas siglas contra mil y un argumentos tienen un peso especial, son algo románticos, sobre todo si no se trata de los que viven de la política, que forman circuito al margen. En el círculo de amistades de nuestro votante fiel todavía al PSC hay de todo: votos hacia Mas, hacia ERC, hacia Iniciativa, hacia Ciutadans e, incluso, la huida hacia la abstención o el gesto del voto en blanco. Todos ellos habían votado PSC durante años pero el signo de los tiempos es la desbandada. Alguien -piensa él- debe dar testimonio de una fe política precisamente cuando más se tambalea su número de creyentes. Para hacer justicia a los que, algún día, creyeron que este partido era el instrumento para hacer una sociedad mejor. Y «para enviar un mensaje de coherencia a los que lo estropearon», añade.
La suerte de Navarro no le preocupa para nada. El camino independentista no lo ve. La guerra sucia contra Mas le da asco. Llega fatigado al día 25, añorando los años en qué el socialismo español y catalán edificaba un sueño ambicioso que, finalmente, algunos también revendieron a precio de saldo. Votará rutinariamente.