15 nov 2012 Del PSC a Iniciativa
Se ha acabado. Podría estar triste pero más bien se siente aligerado, como quien ha dejado un paquete muy pesado y continúa el camino. Esta vez hará lo que otros ya han hecho antes: dejará de votar socialista para votar ecosocialista, una izquierda que considera más descarada y menos rígida. Cree que los de Herrera son los únicos que plantan cara a los recortes y los únicos que hacen algo para evitar que las banderas tapen los graves problemas sociales. El resto «ha caído en la trampa de Mas» y lo encuentra incomprensible y frustrante.
Él se siente más de izquierdas que progre, y ciertas cosas de ICV las ve como una especie de folklore simpático para tranquilizar conciencias. El progresismo es una aproximación descafeinada a la cultura de izquierdas. De algún modo, echa de menos el viejo PSUC de los setenta, cuando la clase obrera era todavía el sujeto histórico de verdad y en vez de hablar de bicicletas y transgénicos se hablaba de la plusvalía. Dicho esto, ve que, si no vota a Pere Navarro y desea un Parlament donde la derecha esté algo fiscalizada, debe apoyar a Joan Herrera, de quien valora la obstinación y el tono tranquilo. También le gusta Camats, porque pone pasión en los discursos y parece incansable.
¿Por qué huye del socialismo catalán? Porque piensa que es una organización que «ha perdido el alma y las ganas», como aquellos artistas que ya no tienen nada nuevo que decir y se dedican a versionarse con oficio sin poder dominar el tedio. De Navarro no sabría decir si es buen o mal candidato, sencillamente es alguien a quien han encargado una misión imposible y quizás le han hecho la putada de su vida. La máquina del partido se ha comido el cuerpo del proyecto, la defensa de los intereses de clan se ha impuesto a la capacidad para detectar lo que quiere la gente. El PSC que conoció cuando era joven no tiene nada que ver con la marca que hoy busca conjurar el batacazo del día 25. «Hemos perdido la magia y se nos nota», repite a los amigos y a los compañeros de trabajo.
Sin entusiasmos pero sin aspavientos, cogerá la papeleta de ICV-EUiA y la meterá en la urna. También podría optar por ERC, pero no se siente independentista y cree que todavía puede haber recorrido para ampliar el autogobierno sin ir a la separación, se llame eso federalismo o no. No está en contra de un referéndum pero sostiene que el independentismo es, sobre todo, una moda aumentada por la crisis y el centralismo desbocado a raíz de la sentencia del TC contra el Estatut.
El primer tripartito fue su ilusión, pero fue demasiado efímera. Aquello pareció que podía cambiar la historia del país. Hoy, querría que algo parecido al tripartito se convirtiera en una opción nueva, y espera que algunas caras jóvenes del PSC se atrevan a abrir nuevos caminos antes de que sea demasiado tarde. De momento, y mientras espera aires mejores, se refugiará en la zona verde.