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Francesc-Marc Álvaro | Aplicacions i corruptes
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01 mar 2013 Aplicacions i corruptes

Se pueden inventar aplicaciones de móvil para todo. Si existe en la realidad, alguien hará de eso -tarde o temprano- una aplicación para smartphone y otros artefactos similares. Uno de mis alumnos me explica que existe una aplicación que permite espiar a la pareja para saber si te pone los cuernos. La sociedad de la sospecha es la caricatura de la sociedad de la transparencia. Qué remotas que parecen, ante todos estos lujos, aquellas entrañables parejas progres de los años setenta que se lo explicaban todo y que -más veces de lo que parece- acababan hartos de tanta sinceridad.

Haciendo una pequeña investigación sobre el asunto, me doy cuenta de que también hay otras aplicaciones pensadas desde el lado contrario: sirven -así lo anuncian- para borrar el rastro de los contactos clandestinos del infiel. Uno de los eslóganes de una de estas aplicaciones lo dice bien claro: «El amor es ciego, que siga siendo así». Me imagino una batalla tecnológica y sentimental de este tipo en cualquier pareja, eso supera las peripecias del restaurante La Camarga. En términos técnicos, hablaríamos de inteligencia y contrainteligencia, cada miembro de la pareja en un papel. Sensacional. Además, estas aplicaciones pueden dejar sin trabajo -justamente- a los detectives privados, que a menudo se ganan la vida certificando si alguien se la pega al pariente o parienta.

Ahora bien, también hay vida aplicativa más allá de los asuntos del corazón y del lecho. Por ejemplo, una empresa de Lleida ha fabricado una aplicación para saber si uno es corrupto o no. El invento me tiene perplejo, porque parto de la base de que, por tonto que seas, es fácil saber si has entrado o no en los terrenos pantanosos donde se reparten el botín los listos de turno. A mí me gustaría una aplicación para medir objetivamente la corrupción de los que ocupan lugares de poder (no sólo en la política), porque yo ya sé muy bien lo que hago, y algunas cosas no me las permito ni en sueños. Se ve que una vez has completado el test de esta aplicación, según tus respuestas, quedas encuadrado en una de las siguientes categorías: «corrupto total, del montón o muy íntegro». Vistos algunos pájaros y algunas explicaciones rocambolescas -tipo la que dio Cospedal sobre la indemnización «en diferido» a Bárcenas-, yo añadiría más categorías. Por ejemplo: «corrupto sólo con la puntita», «corrupto por necesidad», «corrupto los laborables e íntegro los fines de semana» o «ni corrupto ni íntegro, sólo al servicio de la causa».

Dicho esto, sería más útil una aplicación de móvil para comprobar si has sido corruptor, cuando quizás pensabas que hacías lo más normal del mundo, angelito. Entre los corruptores -me parece- hay más inconsciencia y, por tanto, más necesidad de hacer autoexamen. ¿Quién se pone a la tarea?

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