19 abr 2013 Les dutxes d’Arias Cañete
Ducharse con agua fría es la solución para ahorrar en tiempos de crisis. Lo ha dicho el ministro de Agricultura español, que ya dio muestras de su sabiduría y originalidad cuando, ocupando el mismo cargo en un gobierno de Aznar, afirmó que el Plan Hidrológico Nacional se haría «por huevos». ¿Cómo no se nos había ocurrido a nosotros? De hecho, la línea que sugiere el especialista en bestias y cultivos del Gabinete Rajoy invita a pasar de la vida austera a la vida espartana, inspirada en valores de cuartel. Todo casa, no hay casualidades. Hace pocos días, la FAES -laboratorio de ideas de la derecha oficial española- recomendó a Rajoy que juegue más a la ofensiva y marque paquete, no fuera que la calle quede en manos exclusivas de desahuciados, parados, afectados por las preferentes, soberanistas catalanes y otras especies peligrosas.
Las duchas frías son todo un programa político. Después vendría, supongo, el rancho como dieta diaria. A partir de aquí, se admiten todo tipo de prácticas espartanas que faciliten el ahorro de la población, como cenar (poco) a la luz de las velas, pasar el tiempo libre jugando al parchís o mirando la gente desde el balcón, y desplazarse siempre al trabajo a pie o en bicicleta. La rama más fundamentalista del ecologismo daría la razón a Arias Cañete, los extremos se tocan.
Pero ir hacia atrás -como ya decía Joan Fuster hablando de la bicicleta de los verdes- no soluciona nunca los problemas del presente. Las molestias del progreso no desaparecen simulando el retorno al siglo XV. No discutiremos ahora las virtudes de las duchas frías (aunque en Catalunya nos va más la ducha escocesa, versión líquida de la puta y la Ramoneta), pero de esta crisis no saldremos con ocurrencias. El ecologismo entusiasta del ministro popular (incluso propone reciclar el agua utilizada en la ducha) parece tomarse a cachondeo las dificultades de la gente y eso cabrea. Sobre todo porque proviene del partido que ha promovido, en muchos territorios de España, un modelo residencial y turístico basado en un uso poco responsable de los recursos naturales. Los amigos valencianos podrían explicar muy bien esta manera de hacer, que ha sido muy criticada por las instituciones europeas.
Arias Cañete ha confesado que él malgastaba el agua de manera inconsciente hasta que fue nombrado ministro, lo cual indica que los cargos también pueden contribuir al progreso higiénico y moral de un determinado individuo. Celebrémoslo. Es como si alguien, gracias a ocupar el Ministerio de Cultura, explicara que había empezado a leer, o como si alguien hubiera dejado de defraudar a Hacienda a partir del momento en que fue nombrado responsable de esta cartera. Es bueno saber que los ministerios, en España, realizan esta gran tarea de integración social.