09 may 2021 Indiferencia corrosiva
Pere Aragonès anunció ayer que ERC pone la directa y hará Govern al margen de Junts. Los republicanos deben de haber notado que la gente está harta. Es lógico. Si yo fuera cualquiera de los dirigentes de Junts y ERC, estaría muy preocupado ante la gran indiferencia de los ciudadanos sobre el futuro Govern. Mi impresión es que una considerable mayoría de los que viven y trabajan en Catalunya se ha desconectado completamente de lo que hablan o dejan de hablar los que, con el aval de las urnas, tienen el encargo de gestionar las instituciones del autogobierno. No estoy solo en esta percepción y algunos datos empíricos lo corroboran, caso del bajo nivel de seguimiento que tienen ahora las noticias que hablan del toma y daca entre socios gubernamentales.
Repito: si yo fuera de la cúpula de los junteros o los republicanos, tendría muy en cuenta que este asunto se la trae al pairo a casi todo el mundo, excepto a las élites económicas y sociales que –como es perfectamente comprensible– esperan tener desde hace muchos meses un interlocutor institucional fiable, con las pilas cargadas y dispuesto a trabajar. Por eso me sorprende que algunos negociadores –que nos toman por tontos– hagan bandera del hecho de agotar los tiempos hasta el límite, como si eso fuera la prueba del algodón de sus buenas intenciones y seriedad.
El toma y daca por el futuro Govern se la trae al pairo a casi todo el mundo
La indiferencia es muy corrosiva, supongo que Puigdemont y Junqueras son conscientes de ello. Además, la indiferencia está muy repartida. No quiero elevar a categoría estadística mi experiencia, pero he hablado con no pocos votantes independentistas que expresan un desinterés monumental –recubierto de enfado– por lo que interpretan que es una dilatación irresponsable de los tiempos. Añaden que se abstendrían si hubiera repetición electoral. Ni la indignación de muchos catalanes por algunas cosas que llegan de Madrid –como la ocurrencia del Tribunal Supremo de preguntar a los presos del procés sobre sus indultos– sirve de antídoto contra esta alarmante indiferencia. Excepto para unos doscientos cargos de partido que no quieren ir a la calle, el nuevo Govern importa entre poco y nada.