11 oct 2021 Yolanda Díaz y Zemmour
Crecen las ganas de disponer de líderes políticos a los que uno pueda votar pensando que se trata de una elección convencida, no por descarte o porque es el mal menor frente al voto en blanco o la abstención. En el campo de la izquierda española, es revelador lo que ha ido diciendo Yolanda Díaz, actual vicepresidenta segunda del Gobierno. Su idea es “construir desde el afuera” buscando una propuesta más transversal que Podemos, lo cual le permitiría eludir las imposiciones orgánicas de la estructura forjada por Pablo Iglesias. Con una imagen excelente, no solo entre los votantes de su espacio, Díaz (militante del PCE y con buenas relaciones con el galleguismo y los comunes de Ada Colau) es un caso paradigmático de liderazgo que trasciende la marca que representa. Las encuestas indican que podría recuperar electores podemitas desencantados y penetrar en el electorado socialista.
El politólogo Lluís Orriols ha escrito en Eldiario.es que “los beneficios de una plataforma transversal para ‘ensanchar la base’ parecen evidentes para Yolanda Díaz. Otra cuestión es qué efectos tiene tanto para Podemos como para Más País. El primero podría perder parte de su poder de
influencia; el segundo podría incluso poner en riesgo su existencia como organización”. El drama de las izquierdas más allá del PSOE siempre ha sido la fragmentación y el minifundio, una maldición que una candidata con tirón podría romper. Siempre y cuando exista la cooperación indispensable entre los dirigentes concernidos; parece difícil que Errejón ponga sus activos al servicio de un liderazgo que no responde a su guion.
Es el signo de los tiempos la nostalgia de liderazgos que permitan al elector sentirse satisfecho
La nostalgia por formas nuevas de liderazgo que permitan al elector sentirse satisfecho con su condición es el signo de los tiempos. En Francia, el caso de Éric Zemmour, en el campo de la derecha populista, responde a corrientes e inquietudes similares, salvando todas las grandes distancias ideológicas con Díaz y Podemos. Si este periodista oficializa su candidatura a las presidenciales, romperá la lógica de las marcas hoy existentes, tanto la de Marine Le Pen como la de los conservadores tradicionales, que es el mundo del que él proviene (y que ha mantenido hasta hoy un cordón sanitario contra los ultras). Como indicaba ayer Eusebio Val en su crónica, Zemmour atrae a votantes urbanos, con formación y edad madura, que nunca votarían a Le Pen. En este sentido, Zemmour es mucho más transversal que la líder de Reagrupamiento Nacional, sin renunciar a un discurso excluyente y tremendista de tintes reaccionarios. La jugada de Zemmour sería convertirse en el candidato de toda la derecha para echar a Macron del Elíseo.
Yolanda Díaz y Éric Zemmour gustan más que los candidatos que pululan hoy en sus respectivos espacios. Parecen más glamurosos y sofisticados y proyectan la ilusión de que sus votantes serán mucho mejores si les eligen.